Dice Margarita Alvarez, presidenta del instituto Coca-Cola de la felicidad, que la gente no se va de las empresas, sino que se va de los jefes. No siempre es así, pero si tomamos la palabra “jefes” en un sentido amplio (puede que tengas una relación estupenda con tu jefe directo pero es el jefe de tu jefe o el jefe del proyecto en el que trabajas con quien tienes roces) estoy bastante de acuerdo con esa afirmación.

Creo que en ocasiones las empresas se equivocan a la hora de seleccionar a las personas que deben realizar tareas de gestión. Las decisión de promocionar a un empleado se toma en numerosas ocasiones en base a su experiencia pasada, y la recompensa por ello es dar a ese empleado una ocupación totalmente diferente. Y probablemente la decisión de a quien se otorga la responsabilidad de gestionar un equipo de personas o un proyecto de cierta envergadura es de las decisiones más importantes que debe tomar una empresa, porque elegir a la persona equivocada acaba llevando a que el equipo esté desmotivado, desilusionado y finalmente, disminuya su rendimiento

 

Es habitual que si eres un muy buen vendedor, un técnico muy especializado o un financiero muy eficiente y te mantienes en tu trabajo durante el tiempo necesario para demostrarlo, la empresa te premie con una promoción a algún puesto de gestión. Pero las capacidades que hacen que una persona sea exitosa en un trabajo que no implique tareas de gestión no son las mismas que necesitará para ser un excelente gestor.

 

Un gestor (o un jefe, para entendernos) creo que debería tener una serie de cualidades que no son nada sencillas de encontrar: debe ser capaz de motivar a su equipo, de darles la suficiente autonomía como para que puedan responsabilizarse de una parte de su trabajo, de establecer relaciones basadas en la confianza, deben tener buena capacidad de trabajo bajo presión y deben de ser capaces de tomar decisiones justas, no arbitrarias, y siempre buscando el bien común y no el personal. Estoy convencido de que hay montones de personas con estas cualidades escondidas tras un desempeño simplemente correcto de alguna tarea que no tiene nada que ver con el management.

 

Por el contrario, alguien que asciende demasiado rápidamente y no tiene las cualidades necesarias para la gestión suele disimular su inseguridad con exceso de autoritarismo y se comportan de manera demasiado arrogante lo que hace que su equipo finalmente les dé la espalda y no colabora con ellos.

 

La solución debería pasar por buscar a las personas con las capacidades y competencias necesarias para ser buenos managers, sin tener demasiado en cuenta sus conocimientos técnicos. Y también por supuesto se debería premiar y reconocer convenientemente a aquellas personas que tienen un desempeño excelente en sus tareas técnicas, sin tener que promocionarlas necesariamente a puestos de gestión.

 

Como escribía en un post anterior https://balcon40.com/2015/04/09/como-ser-mas-productivos-siendo-mas-felices los empleados felices son mucho más productivos. Y gran parte de la felicidad en el trabajo radica en ser capaces de identificar a las personas adecuadas para gestionar los diversos equipos de trabajo de la compañía. Los jefes tienen una incidencia enorme en cómo te sientes. Por eso es tan importante que las compañías elijan a las personas adecuadas para ser managers y las formen en tareas de gestión y motivación de equipos para que entiendan cual es la motivación intrínseca de sus empleados y sean capaces de crear un mejor ambiente de trabajo que a la larga redundará en una mejora de la productividad.