Recientemente se han cumplido 85 años del estreno de la película “Tiempos Modernos”, en la que Charles Chaplin interpreta a un obrero de una fábrica de producción en masa durante la Gran Depresión de los Estados Unidos. El trabajador se vuelve loco tras trabajar durante horas apretando tuercas en su fábrica y termina viajando sonriente entre los engranajes de una gran máquina La película es considerada una obra maestra del genio Chaplin y a pesar de lo divertida que es, retrata como era la realidad del trabajo en esa época de crisis profunda. El protagonista de la película vive una situación de nervios que le lleva a un agotamiento físico y psicológico que le hace perder la cabeza. En una de las escenas más recordadas, Chaplin se toma un descanso en el baño mientras se fuma un cigarrillo e inmediatamente, su jefe aparece en una pantalla para ordenarle que vuelva al trabajo y así no se pare la cadena de producción.

Salvando las distancias, hay un cierto paralelismo entre la situación que se vivía en 1929 y la actual. Una gran crisis económica lleva a mucha gente a temer por sus puestos de trabajo y eso conduce a sentir la necesidad de esforzarse el doble para mantenerlo. Por otra parte, la tecnología permite un control cada vez mayor sobre lo que hacen los empleados, como ya anticipaba Chaplin en su película. Las condiciones laborales han cambiado mucho gracias a la tecnología y si bien con ella han mejorado muchas cosas de nuestro trabajo, es también un arma de doble filo.

Y siguiendo con las referencias cinematográficas, en los episodios de la serie de ficción Black Mirror se presenta un futuro distópico consecuencia de la excesiva digitalización de nuestras vidas. En uno de ellos, las personas son calificadas con puntuaciones de cero a cinco en una especia de gran red social según su comportamiento. La gente comparte sus actividades diarias que son calificadas por todo el mundo de manera que se crea un ranking de toda la población en una aplicación. Ese ranking acaba condicionando el poder encontrar un trabajo y actos como tomarse un descanso demasiado largo, como le pasaba a Chaplin, puede influir en la puntuación de la persona.

Evidentemente, estamos hablando de historias de ficción pero, ¿están muy lejos de la realidad? En Amazon los trabajadores de sus almacenes tienen un dispositivo para registrar cada tarea que realizan como actualizar el inventario o colocar un paquete en un estante. La herramienta calcula cuanto se tarda en realizar cada tarea de manera que si pasas más de tres minutos sin realizar ninguna actividad, se considera descanso. No es un caso aislado, más aun desde que se ha generalizado el teletrabajo y crece la necesidad por parte de algunas empresas de controlar lo que hacen unos empleados que no están en al oficina.

La supervisión puede conseguir que las personas trabajen más horas, pero no necesariamente que sean más productivos. De hecho, puede ocurrir el efecto contrario, y que los empleados se preocupen más de cumplir con los requerimientos del control (y obtener así mejores puntuaciones como en el caso del capítulo de Black Mirror) que de hacer de verdad cosas provechosas para el trabajo. Se convocan así reuniones inútiles pero con muchos asistentes que hacen creer que se está muy ocupado, se generan reportes que no conducen a nada, se generan multitud de correos electrónicos para que quede constancia de lo mucho que se trabaja… tareas que ocupan tiempo, pero que no son necesariamente productivas.

Decía Roosevelt que «el mejor ejecutivo es quien tiene el suficiente criterio para elegir buenos colaboradores que hagan lo que hay que hacer, y la suficiente fuerza de contención para no entrometerse mientras lo hacen». Así debería ser, porque un exceso de supervisión no lleva a ningún sitio, si acaso a que el trabajador siga el mismo camino que el personaje de Charles Chaplin.