La idea para este post me vino tras leer un excelente artículo de Andrés Ortega en el que se venía a decir que el verdadero motor que impulsa a las organizaciones a avanzar es permitir un cierto grado de “desobediencia” entre sus profesionales, de manera que no sea un pecado cuestionarse la manera habitual de hacer las cosas y sí esté legitimada una cierta irreverencia entre la gente que trabaja en la organización, de manera que se incite a hacer las cosas de manera diferente… y mejor
No puedo estar más de acuerdo con el fondo de ese artículo. Sin embargo, el problema viene cuando se quiere llevar a la práctica. Entiendo que desde el punto de vista de alguien que gestiona un grupo de personas sea peligroso permitir cierto nivel de desobediencia dentro de ese grupo porque la línea que separe la desobediencia del boicot o a la anarquía puede llegar a hacerse difusa. En realidad pienso que los jefes más autoritarios son los más inseguros y los que menos confianza tienen en sus propias capacidades porque si de verdad crees en tu idea, aceptarás todo tipo de críticas porque estarás seguro de poder contestarlas y de que en todo caso mejorarán tu proyecto pero no acabarán con él porque realmente tu proyecto o tu idea es bueno. Cuando en realidad tú mismo no te crees mucho lo que haces, mejor prohibir cualquier atisbo de contestación en el grupo por si acaso.
Lamentablemente, hay “malos jefes” que llegan a ocupar un cargo no porque tengan las mejores habilidades para ello, sino porque en el mejor de los casos eran buenos en un trabajo técnico, pero carecen de las capacidades necesarias para realizar tareas de gestión. Mi experiencia me dice que ése es el perfil de jefe inseguro que precisamente por ello, no acepta ni el menor atisbo de “desobediencia”.
Desde punto de vista del empleado, tampoco es sencillo desobedecer. Lo más fácil es hacer lo que te mandan, sin cuestionarte nada. Así seguro que no te equivocas y probablemente recibirás premios y reconocimientos de tu jefe por ser un buen y fiel esbirro. Incluso si en tu grupo de trabajo se favorece la crítica constructiva y se da libertad de acción, ¿para qué correr el riesgo de tomar el camino equivocado? Es mucho más sencillo esperar instrucciones y ejecutarlas sin más.
Por otra parte, hay veces que sabes que lo que estás haciendo es un error y no es lo que conviene hacer en ese momento. Así se lo haces ver a tu jefe directo y él te acaba dando la razón, pero la conversación acaba en algo como “pero es lo que quiere el director general, así que hay que hacerlo”. ¿Qué capacidad de “desobediencia” tienes tú, pobre currito? Lo más que conseguirías es pasar a tener el estigma en la organización de persona “chunga” o conflictiva lo que no te ayudará nada en caso de buscar un ascenso o un cambio de ocupación en un futuro. Probablemente también le crearás un problema a tu jefe directo, que en realidad se encuentra poco más o menos en el mismo caso que tú… para que al final llegues a la conclusión de que si no lo haces tú, lo hará otro. Así que se acaba haciendo eso que pide el director general, que por cierto, muchas veces acaba siendo verdaderamente un error porque es frecuente que sean los propios empleados de a pie los que tienen información más correcta y cercana sobre cómo son los clientes y cómo funcionan realmente los productos y los procesos de la compañía, a pesar de lo cual muchas veces la empresa comete el error de no escucharles
Pero las organizaciones de hoy en día demandan nuevas comportamientos. En un mundo tan cambiante como el actual, no podemos hacer siempre las mismas cosas porque, y en este caso me permito corregir a Einstein que fue quien dijo la frase, no es que obtengamos siempre los mismos resultados, es que obtendremos cada vez peores resultados. Se hace necesaria una cierta desobediencia, pero como se dice en el artículo que menciono al principio, debe ser una desobediencia inteligente. El boicot o el “no a todo” es tan perjudicial o más que la sumisión. Al menos se hace necesario que todos tengamos un cierto nivel de crítica en el trabajo, una obligación de replantearnos si la manera en la que siempre hemos hecho las cosas es la correcta o no. Y debemos expresarlo usando para ello los medios que tengamos a nuestro alcance. Finalmente, las empresas deben darse cuenta de que permitir un cierto nivel de crítica constructiva por parte de sus empleados es fundamental para poder mejorar y adaptarse a los nuevos tiempos y por ello, deben crear los canales necesarios para que todos los que forman parte de la empresa puedan expresar libremente sus críticas, objeciones o sugerencias. Al final, repercutirá en el beneficio de toda la empresa.