Es mucho más sencillo destruir algo que construirlo. Cualquiera con un buen martillo puede cargarse el David de Miguel Ángel en dos minutos, pero solo una persona con un talento único en la Historia es capaz de crearlo. No me atrevo a dar consejos para impulsar y hacer exitosa una carrera profesional porque además, si lo tuviera clarísimo, me aplicaría esos consejos a mi mismo (aunque no puedo para nada quejarme, mi carrera profesional tampoco es que sea única y lustrosa). Pero sí tengo claro qué actitudes y comportamientos son los que pueden arruinar rápidamente un brillante currículum.

Por ejemplo, no invertir en tu formación, no necesariamente dinero sino sobre todo tiempo y energía. En un mundo cambiante como el actual, si no te esfuerzas en reforzar tus conocimientos o en obtener nuevas habilidades estás perdido, por mucho que en su momento tuvieras un currículum excepcional. Caer en la autocomplacencia y pensar que lo sabes todo sobre marketing porque hace 15 años fuiste a un seminario de dos días sobre “nuevas tendencias” es lo mejor que puedes hacer para quedarte estancado toda la vida en el mismo trabajo.

En otros muchos casos, la raíz de los males es el exceso de ego. Seguro que eres bueno en tu trabajo, y tener la autoestima alta está muy bien, pero siempre hay alguien que lo puede hacer tan bien o mejor que tú. Así que no hay que dejarse llevar por el ego si se demuestra que tu idea no era la mejor. Se reconoce y punto, a tenerlo en cuenta para acertar la siguiente vez. No saber reconocer los errores propios es una garantía estupenda para no mejorar nunca.

O descuidar tu red de contactos personales. Eso que hemos oído alguna vez a nuestros abuelos de que hay que llevarse bien con todos porque este mundo es muy pequeño toma especial relevancia hoy en día, cuando tus potenciales “amigos” se cuentan por cientos en cualquier red social. Hay que ser generoso, haciendo recomendaciones, compartiendo artículos en las redes sociales, etc y hay que preocuparse también por aquello de “no perder las amistades” con aquellas personas que sean más o menos afines a ti y que en algún momento futuro podrían ayudarte en tu vida laboral.

Deja a un lado la negatividad. Nadie quiere trabajar con alguien que está continuamente quejándose de todo y por todo. Conozco gente brillante que son tan sumamente cansinos en la exposición de todo tipo de desgracias como respuesta al “hola , ¿qué tal?” de cada mañana. Puedes ser un tipo brillante, pero si todo te parece siempre mal vas a terminar aislado porque esa actitud se contagia rápidamente y la gente no quiere caer en eso. Tu función en la empresa es facilitar el trabajo de los demás, y andar quejándose todo el tiempo no facilita sino que complica la vida de tus compañeros.

Cuidadín con las redes sociales, que las carga el diablo. No estar en las redes sociales me parece una manera de tirar piedras sobre tu propio tejado porque perjudica enormemente a tu carrera profesional. Ante una oportunidad laboral, siempre van a buscarte primero en internet, a ver como es tu huella digital. Así que hay que preocuparse y cuidar mucho lo que aparece en Google cuando alguien teclea tu nombre y usar las redes sociales con inteligencia. Leí el caso de unos alumnos de Harvard que habían sido expulsados de la universidad por los comentarios y contenidos inapropiados que habían escrito en su muro de Facebook. Vete a saber si eran solo chistes malos de humor negro o un exceso de esfuerzo en hacerse el chulito con otros amigos, pero esos chicos sí que se cargaron su carrera por hacer mal uso de las redes sociales.

Dice Warren Buffet que se necesita 20 años para conseguir una buena reputación y 5 minutos para arruinarla. Y es verdad, porque no es nada fácil conseguir una buena carrera profesional, pero sí que es muy sencillo cargársela. Simplemente con un poco de sentido común, todo irá bien.