La idea para este post me surgió después de leer este estupendo artículo en el que el autor argumentaba que las empresas deberían valorar más el que el empleado sea o no “buena persona” antes que su formación, su expediente académico o su experiencia laboral. En líneas generales, estoy de acuerdo con esa afirmación, aunque no podemos llevarla al extremo ni aplicarla siempre a rajatabla. Nuestra experiencia laboral tiene un valor incuestionable, y hay muchos trabajos para los que se requiere unas capacidades que no tienen nada que ver con el ser buena persona o no. ¿Os imagináis a un bombero de 1,65m de altura y 60 kg de peso, que, eso sí, se pasara el día haciendo buenas obras con los demás?

A este respecto, me llamó mucho la atención otra noticia que decía que la Liga Profesional de Futbol Americano, la NFL, quizá la competición deportiva más profesionalizada del mundo, buscaba como principal cualidad a la hora de contratar nuevos árbitros el que tuvieran un carácter afable y gran integridad moral, lo que se resume en que debían ser buenas personas, porque se daba por hecho que la presencia en el campo, la capacidad de decisión, el liderazgo y el profesionalismo ya lo tienen. Argumentaba el responsble de la NFL que el reglamento o la mecánica arbitral se pueden obtener con el tiempo, pero el carácter o se tiene o no se tiene. Decía que un árbitro no solo es árbitro durante el partido sino las 24 horas del día porque cualquier tacha en su comportamiento fuera del terreno de juego enseguida se hacía público y creaba polémicas que acababan afectando a su rendimiento. En resumen, que como diría Julio César, un árbitro no solo debe ser honrado, sino parecerlo…

Creo que algo parecido ocurre en cualquiera de nuestros trabajos. Una buena persona trae de serie muchas de las cualidades que tanto se elogian y se dice que se requieren en los empleados: integridad, compromiso, capacidad de colaboración, responsabilidad…  las capacidades técnicas de un trabajo pueden adquirirse, entrenarse y mejorarse, pero el carácter es algo innato que dificilmente puede cambiarse, y que además  influye sobremanera en el rendimiento de un equipo de trabajo, porque está demostrado que cuando reina el buen ambiente la productividad aumenta y el rendimiento de todo el equipo mejora.

Y claro, surge la pregunta, ¿qué significa ser una buena persona? No hace falta ser un sanguinario terrorista para ser catalogado de mala persona ni es necesario dedicar todos los fines de semana a trabajar en diversas ONGs para llegar a ser buena persona. Para mí, la bondad o la maldad, que siempre sin relativas, se demuestran en pequeños detalles. El que aparca en dos plazas de parking es una mala persona porque va a perjudicar a alguien que probablemente se quede sin plaza solo por no hacer una pequeña maniobra con el coche, o el que parece que se cree más listo que los demás y trata de saltarse la cola de coches que se forma cuando la salida de la autopista está atascada, o quien lanza ataques o insultos gratuitos en una red social… el día está lleno de pequeños gestos que delatan como somos.

Sin embargo, una buena persona es aquel a quien le sale solo ayudar a alguien que esté en cualquier pequeño apuro. En el trabajo, esa buena persona también ayudará altruistamente a un compañero que no sepa como resolver un determinado problema, aunque se salga de las obligaciones estrictas de su trabajo. Alguien responsable, que cumple aquello que promete, que procura ser puntual, etc también será responsable en el trabajo y por tanto podrás fiarte de él cuando diga que tal día va a entregar ese informe que debe hacer. Una persona que fuera de la oficina tenga un carácter afable, sociable y sea poco amiga de criticar a otros tenderá a crear un mejor ambiente en la oficina frente a otra persona más huraña o criticona.

No digo que haya que examinar los pecados y virtudes de una persona como si estuviera en el Juicio Final antes de incorporar a alguien a un grupo de trabajo. Cada uno es como es y tiene el carácter que tiene, y es cierto que muchas veces las apariencias engañan y tras unas fachadas encantadoras se esconden personas egoístas e irresponsables. Pero sí me parece que cuando se piden referencias de ti, lo mejor que pueden decir y lo que más puertas te abrirá es que “fulanito es una buena persona”. Y todo lo que podamos hacer para pulir esos rasgos desagradables de nuestro carácter que todos tenemos, nos ayudará en nuestra carrera profesional.