Un día salieron de paseo una mosca y una abeja. La mosca, con su inseparable traje negro, iba de basurero en basurero, recogiendo millones de gérmenes en sus patas para después dejarlos en los alimentos de los demás seres vivos. En cambio, la abeja, con su colorida vestimenta, iba de flor en flor recogiendo polen para después fecundar las plantas y llevar su rica miel a todos los seres humanos.

De la misma manera, cada mañana llegan al trabajo dos tipos de personas: unas son las moscas, que por bien que vaya todo, van buscando cualquier caca que encuentren para pisarla y esparcirla. Les fascina lo negativo, lo triste y todo aquello que funcione mal. Lo recogen en sus patitas (o cuentas de correo, chats…) y van contándolo a los demás, llenando el ambiente de sentimientos negativos como el rencor o la frustración. Pero también llegan a la oficina las abejas, que buscan aquello que les conviene, eligen lo positivo y no pierden el tiempo deteniéndose en la basura. Se quedan con aquello que les anima, y luego van por el trabajo con buenas noticias, buen ambiente y alegría en general.

La verdad es que desde pequeños nos educan para encontrar el error, lo que falla y lo que está mal. Cuando de niño te entregaban un examen del colegio corregido, por bien que te hubiera salido, tus ojos se iban rápidamente a la corrección en rojo del profesor, siempre bien visible y destacada. Cuando tus hijos llegan a casa con las notas, ya pueden traer una buena ristra de notables y sobresalientes que enseguida ponemos el foco en aquella asignatura discordante en la que han sacado un suficiente o un suspenso. En las empresas pasa lo mismo, abundan las moscas, es decir, aquellas personas cuya misión principal todos los días de nueve de la mañana a seis de la tarde es encontrar las cacas de los demás (menos las suyas, naturalmente), destacarlas y compartirlas, mientras obvian la miel y las flores a su alrededor.

Por supuesto, encontrar las cosas que no funcionan bien es fundamental para progresar y mejorar, y la vida real en cualquier oficina dista mucho de ser un campo de bonitas flores primaverales. El problema viene cuando lo único que se busca es el fallo, la bronca o la crítica y se ignoran los logros y el buen trabajo realizado, aunque los logros no hayan llegado aún. Es importante también apreciar y valorar lo bueno que hacen los demás, especialmente si eres el responsable de gestionar un equipo de personas, o de lo contrario las abejas volarán a otras partes donde sí se las valore.

Ser mosca o abeja es cuestión de actitud, no de genética. Es más que nada una decisión que cada uno toma cuando llega cada mañana al trabajo. Por supuesto que todos tenemos nuestros días buenos y malos, pero en general es importante encontrar un equilibrio entre identificar los errores para mejorar y valorar los logros y el buen trabajo, entre el pesimismo y el optimismo. Al final del día ser mosca o abeja es una preferencia personal que puede marcar la diferencia en el ambiente laboral.