Seguro que todo el mundo se ha encontrado alguna vez con gente tóxica en el trabajo. “Tóxico” proviene de la palabra griega “toxon”, que era el veneno que se aplicaba en la punta de las flechas contra el enemigo. Así que las personas tóxicas son aquellas con las que no te apetece trabajar, que te minan la moral, que te hacen preguntarte seriamente si no estarías mejor en una granja tú solo viendo solamente a vacas, cerdos y gallinas. En una palabra, gente que te cansa y que te agota. Pero, para tu desgracia, no puedes escaparte. Tienes que tratar con esa gente tóxica te guste o no.

Puede ser un jefe con el que no congenias en absoluto, un compañero trepa, alguien de otro departamento que sistemáticamente pone trabas a todo lo que propones, un proveedor que no responde a lo que se le pide o un cliente permanentemente cabreado a quien todo le parece mal. En general, son personas que añaden un plus de estrés a cualquier situación de las habituales en una oficina que, en condiciones normales, no tendrían por qué ser tan estresantes. Y es que el estrés es el mayor enemigo del éxito profesional y, lo que es más importante, el mayor enemigo de la salud y de la felicidad en el trabajo.

El primer impulso cuando nos encontramos con una persona tóxica es evitarla, no tratar nunca con ella. Pero si esa salida fuera fácil, artículos como éste no tendrían sentido. Muchas veces, huir no es una opción. No hay más remedio que lidiar con estas personas que afectan directamente a tu estado de ánimo… entonces, ¿cómo hacerlo?.

La gente tóxica nos descoloca y nos estresa tanto porque su comportamiento es totalmente irracional para nosotros. No te explicas por qué esa persona se niega a colaborar cuando le estás ofreciendo en bandeja las medios para hacerlo, o por qué no acepta esta negociación si el acuerdo es el manifiestamente mejor para todos. El tóxico va completamente en contra del sentido común y por eso nos descoloca. Pero precisamente por eso debería ser sencillo para nosotros no seguirles el juego y no vernos arrastrados por ellos. A fin de cuentas, son ellos los tóxicos, no nosotros. Ahí radica creo yo la primera clave: mantener la cabeza fría, contar hasta diez y darse cuenta de que son ellos los que van por el camino equivocado. Las interacciones con ellos deberían ser como las de un científico que está haciendo un experimento y no toma partido por ninguna opción, sino que solo quiere saber qué pasa si haces primero esto y luego esto otro.

Otra cosa importante es no tomárselo como algo personal. Normalmente la gente tóxica es toxica con todo el mundo, no es que te tengan manía a ti en concreto. Se gana mucha confianza y capacidad de reflexión cuando te das cuenta de que no hay nada personal contra ti en los comportamientos de los demás. Son tóxicos porque simplemente, son tóxicos.

Aunque no toda la gente tóxica es igual. Yo diría que hay dos tipos de comportamientos tóxicos: los agresivos, siempre de mal humor, con formas y actitudes ofensivas e hirientes que parece que siempre tratan de dejarte por un inútil y los pasivos, que necesitan de nuestra ayuda constantemente, se muestran desvalidos, intentan mostrar lástima, y son una fuente inagotable de negatividad. En realidad, la receta para comportarse con ellos es la misma: no tomárselo como nada personal, ser consciente de que los tóxicos son ellos y no nosotros y tratar con ellos de manera “científica” sin dejarse influir por lo irracional de su comportamiento.

La conclusión es que se puede sobrevivir perfectamente a la gente tóxica que te encuentras en el trabajo, ¿verdad?