Llevo un par de semanas pensando que esa frase es bien cierta, y que lo único que hay que hacer es saber estar atento para aprovechar las oportunidades que a veces pasan por delante de nuestras narices, y que no debemos dejar escapar.

La vida de vez en cuando nos pega un revolcón, en cualquier ámbito, pero en concreto en el laboral, que tire la primera piedra el que no haya sufrido uno alguna vez. A quién no le han cambiado la actividad con la que estaba cómodo o contento en una reestructuración, o a quién no le ha caído encima un jefe con el que no encaja para nada, durante un tiempo, por ejemplo. Esto está a la orden del día, y son dos ejemplos muy livianos de las vueltas que puede dar tu vida laboral en cualquier momento; sin esperarlo, y sin poder hacer nada por evitarlo… ¿O sí?

A mi modo de entender, la sabiduría no está en “saber evitar” estas situaciones, porque creo que la pericia siempre te podrá ayudar a evitar algunas, y sin embargo otras no, por hábil que seas. La sabiduría estriba en saber adaptarnos a las nuevas condiciones, y saber interpretarlas como una oportunidad, para que una vez vapuleados podamos “resurgir de nuestras cenizas”, cual Ave Fénix; la sabiduría está en saber crecernos frente a la adversidad, jugando quizá un rol en el que no tenemos experiencia, y en el que tendremos que aprender, pero que por habernos sacado de nuestra zona de confort al menos nos hará aprender. Y eso, el aprendizaje, siempre es positivo; que no se nos olvide.

Tengo el ejemplo de una amiga que regenta un negocio familiar: un taller de confección de camisas a medida. La empresa estaba bien saneada, y consiguió mantener los 5 empleados a su cargo durante los peores años de la crisis. Sin embargo el batacazo se lo llevó cuando su mayor cliente, una franquicia con más de 20 tiendas en Madrid, fue cerrando uno a uno sus locales. Para su empresa, la franquicia suponía cerca del 80% de sus ventas, y con el resto de sus clientes no había forma de sostener el negocio con sus empleados.

Y mi amiga se reinventó. No entiende de nuevas tecnologías, pero como ella dice, “vender es vender”. Se ha apoyado en una plataforma de cupones por Internet para ofrecer sus camisas a medida con una oferta rompedora, y ha reconvertido parte de su taller de confección en atelier, para que los clientes que le llegan con el cupón de turno puedan escoger las telas y dejar sus medidas en la base de datos que ella misma está montando. Le va de perlas. Me cuenta que de hecho ha repescado a través de Internet a multitud de los clientes de la franquicia cerrada, contentísimos ahora porque saben que obtienen las mismas camisas a mejor precio, sin intermediario de por medio.

 Por despiste, por desgana, o por simple pesimismo, nos ocurre a veces que no vemos más que los vasos medio vacíos, y eso en vez de ayudarnos a levantarnos tras sufrir un traspiés, lo que hace es hundirnos más en la miseria. No dejes que esto te ocurra, y aprende a ver cada fracaso como la oportunidad para enmendar la plana y mejorar. Si las cosas se te tuercen, no te desanimes. No dejes que cunda el pánico, y aprende a reinventarte, que tras un desafío puedes encontrar tu éxito.