Y los humanos, nos guste o no, estamos programados para formar grupos, para dejarnos llevar por nuestra querencia a querer, y por tanto a valorar más, a aquellos con quienes conectamos o encontramos un terreno común. Si quieres que te tu jefe te valore mejor, no te queda otra que conectar más.

Porque, por muy objetivos que pretendamos ser, siempre tomamos partido por nuestro bando. Y tendemos a evaluar a “los nuestros” como mejores que “los otros”.

Así que, sean como sean hoy tus relaciones con tus jefes, no te puedes permitir el que no haya ninguna conexión personal en ellas.  Y mucho menos si te toca trabajar sin que medie el cara a cara.

No te estoy animando a ser un pelota. Ni a que te integres como un siervo fiel en “su camarilla”. Pero sí a que mejores tu química con tu jefe, buscando algunos puntos de conexión.

Y a que pongas en juego toda tu inteligencia emocional, pertrechándote con una mentalidad más abierta que incluya aspectos profesionales y ¿por qué no? también algunos aspectos más personales.

Algunas cosas que podrían funcionarte son

Poner de relieve vuestras similitudes

Quienes tienen intereses similares a su jefe son más propensos a ser percibidos con una “vibración positiva” por ellos.

Así que fácil, ¿no?

Para conectarte mejor con su jefe, trata de encontrar esas cosas que tienes en común con él o ella y haz que las sepa.

Si en lo profesional ya has desistido porque sientes que no las encuentras, prueba con el deporte, los lugares de procedencia familiar, la crianza de los hijos, los hobbies o las actividades del fin de semana

Otea también en el equipo de sus amores, sus ideas políticas o en su religión. Con prudencia y tacto, claro. Pero, ten presente que, aunque muchos los califiquen de tabú en las empresas, ¿a cuantos madridistas conoces que jamás ascenderían a uno del barça? ¿A cuántos que prefieren contratar a ese candidato que es de su pueblo? Yo unos cuantos 😊. Ahí lo dejo… sin atreverme a más profundizar.

Sea como fuere, el objetivo es que sepa que hay cosas en las que coincidís. Si vuestra relación personal hoy no llega a cierto nivel de confianza, apóyate en lo digital y comienza compartiendo recomendaciones o noticias curiosas al respecto en los grupos de email o whatsApp que seguro que compartís como primer paso para avanzar en una relación punto a punto.

Ayudar a tu jefe a quedar bien

Hay una distinción importante entre aportar valor y ser un adulador. Entre decirle a alguien que algo está bien y en ayudar para que otros también lo vean bien.

Porque, aunque a todos nos gustan los aplausos aun cuando no sean necesarios, lo que realmente nos hace levantar la ceja es que tiren de nosotros, que nos aparten el obstáculo que nos frena o que nos den ese empujoncito que nos hace falta para llegar a la cima.

En reuniones con el equipo o con clientes, aportar datos y referencias o nuevos argumentos, gustan más que el simple hecho de mostrar acuerdo. Puede que, en el momento, esas intervenciones espontáneas incluso “molesten”, porque a muchos desagradan las apostillas, pero ten por seguro que, una vez enfriado el momento y, sobre todo, conseguido el resultado, se valoran mucho mejor.

Complementar delante de un cliente a un jefe que trata de vender una idea X, con una referencia a un informe que sugiere que la demanda relacionada crecerá un n% en próximo años, es mucho mejor que decir solamente que su idea es estupenda y cuánto la apoyas.

Encontrar mejores modos de mostrar tu desacuerdo

A nadie le gusta que le desautoricen o dejen mal en público. Hasta tu hijo de 5 años encaja mejor la riña en el camino de vuelta del parque que delante de sus amiguitos.

A tu jefe que, te recuerdo, se siente poderoso, y puede que, hasta superior a ti, mucho menos.

Así que cuidado con los momentos en los que expresas tus desacuerdos.

En nuestro trabajo, casi todos valoramos pequeñas o grandes dosis de “abogados del diablo” porque nos ayudan a hacer más sólidas nuestras propuestas. Pero cuando llegan a la vista de determinado público, pueden ser interpretadas como una deslealtad… difícil de perdonar.

Mostrar tu desacuerdo es un arte. Que comienza siempre en la intimidad. Así que en lugar de hacerlo en una reunión es más efectivo tomar notar calladamente y enviarle un mensaje privado.

Si “el directo virtual” no se presta, busca un momento posterior. Ya sea un mail al terminar o buscando una comunicación ya sea cara a cara, por chat o o a través de una videollamada.

No olvides que tu jefe no es un marciano sino una persona como tú. Con sus manías, sus filias y sus fobias. Y que, aunque sienta que toma decisiones con su imponente cuadro de mando como herramienta, también lo hace con su corazón… y con su hígado.

Por muy objetivos que pretendamos ser, las evaluaciones que hacemos de las cosas tienen un alto componente de subjetividad.

Que lo sepas… por si quieres ponerlo de tu lado.

O al menos, entender por qué tira por tierra todos tus “esfuerzos racionales” de poner en valor tu trabajo y conseguir el buen rollo con tu jefe.

@vcnocito