Si buscas en Google “liderazgo cualidades” te salen ni más ni menos que 10,4 millones de resultados de la búsqueda, o sea, que se habla y se escribe mucho, también en este blog, de las características que debe tener un buen jefe. Como a mí me gusta mirar las cosas desde diferentes puntos de vista, voy a escribir esta vez sobre las cualidades que debe tener un buen subordinado, un tema mucho menos sexy que lo del liderazgo (salen menos de la cuarta parte de resultados en las búsqueda de Google), pero que es la otra cara de la moneda y que también tiene su intríngulis.
Ser un buen líder es complicado pero ser un buen subordinado es casi igual de complicado. Se suele pedir al empleado ideal que tenga mucha iniciativa y que sea capaz de resolver los problemas por sí solo, pero también que sea un excelente colaborador y que se integre sin ruido en el seno de cualquier equipo. Se le pide también que practique el pensamiento crítico a la vez que es esencial que esté cien por cien alineado con los objetivos de la empresa. Debe ser flexible dentro de empresas con convenios laborales, estructuras jerárquicas y a veces hasta horarios totalmente rígidos. Es fundamental que esté en constante formación y reciclado mientras en muchas ocasiones se le pide una especialización máxima en alguna tarea porque “es el único en toda la empresa que sabe cómo se hace eso”… ¿cómo conjugar todo ello?
He escuchado varias veces en mi carrera profesional aquello de “no esperas que alguien te diga qué y cómo tienes que hacer tu trabajo”, lo que supuestamente debería ser retador y motivante porque se te está ofreciendo autonomía y poder de decisión…cuando normalmente significa que tu jefe no sabe muy bien qué hacer contigo o aunque puede que tenga una idea de cual es objetivo, no tiene ni idea de qué hacer para conseguirlo. Y se supone que el subordinado sí debe ser capaz de resolver esas situaciones.
En realidad, tanto el jefe como el subordinado deben tener su propia esfera de responsabilidad, y tener claro qué hacer y cómo hacerlo. La diferencia realmente está en la capacidad de tomar decisiones. Todos tomamos decisiones continuamente en nuestro trabajo, pero a menos que seas el CEO de una compañía, llega un punto en el que todos tenemos que llevar una decisión a nuestro jefe. Una de las claves de un buen subordinado es saber qué decisiones debe tomar. Nunca me ha gustado esa gente que continuamente trata de llamar la atención de su jefe porque denota una de estas dos cosas: o busca llamar la atención sobre su trabajo para ascender a cualquier precio o no quiere asumir ninguna responsabilidad. Pero tampoco se puede ser un kamikaze y saltarse los criterios de los jefes. Complicado encontrar el punto medio.
Otra característica fundamental es saber identificar cuales son las competencias adecuadas para su trabajo y tratar de conseguirlas. A veces es una cuestión de formación pero normalmente se trata de conocer donde se encuentran esas competencias. No hay que saber de todo, sino que hay que saber quien sabe, y sobre todo, ser capaz de convencer a quien sabe para que te ayude en tu proyecto. Para conseguirlo, lo mejor es colaborar y no ocultar información. Lo que hay hagas por ellos, volverá con el tiempo a tu favor.
Pero quizá la cualidad más importante es el compromiso no tanto con la empresa sino con el equipo y con el jefe. Si percibes que el jefe pierde el compromiso con el objetivo común es muy posible que todo se vaya al traste. El tener compromiso es lo que lleva a dar un poquito más de lo estrictamente necesario, y ese poquito más es la diferencia entre un buen resultado sin más y un gran resultado.
Total, que no es sencillo ser un buen subordinado. Los que cumplen todas esa cualidades merecen ser cuidados con esmero por las empresas.