El COVID-19 ha cerrado las aulas y las salas de conferencias de la mayoría de las empresas con lo que la formación tradicional que se impartía en ellas se ha visto totalmente afectada. Sin embargo, eso no quiere decir que ya no sea importante, es más, la formación es ahora si cabe más importante que nunca porque la gente necesita aprender nuevas capacidades para poder adaptarse a la transformación de su día a día laboral, tan impactado por el auge del teletrabajo.

Todos estamos de acuerdo en que las personas son el activo más importante de las empresas y éstas deben aferrarse al talento humano que poseen para poder sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. En consecuencia, es necesario redefinir y adaptar a la nueva realidad los métodos y las herramientas utilizados para la formación de los empleados como medio tanto para atraer talento como para retener el talento interno.

Lo más inmediato es incorporar la formación online junto con la formación presencial en cualquier plan de formación interna en una empresa. Hasta ahora, la formación online era si acaso un complemento a la formación presencial, pero eso va a cambiar para siempre porque las ventajas de la formación online son evidentes. Por una parte, es accesible a cualquier persona sea cual sea su ubicación o su ocupación y por otra parte, la formación online permite definir un camino de aprendizaje propio para cada persona, dándole acceso a los contenidos específicos que mejor se adapten a su plan de carrera.

Así pues, una de las cosas que quedará atrás después de la pandemia es el modelo hiperestructurado de “café para todos” que se seguía normalmente en la formación empresarial, basado principalmente en eventos puntuales tipo workshops o seminarios. Cada persona tendrá a partir de ahora su propio plan de formación, fundamentalmente en formato online, basado en plataformas de conocimientos a las que cada uno va accediendo a su propio ritmo siguiendo un itinerario de formación personalizado.  

Otro cambio cada vez más palpable en la formación empresarial es que el aprendizaje y el desarrollo profesional ya no consisten únicamente en adquirir habilidades técnicas, que a medida que avanza la tecnología se quedan obsoletas rápidamente, sino que se trata de fomentar las capacidades necesarias para adaptarse a un lugar de trabajo en cambio constante. Los empleados deben adquirir las habilidades necesarias para encontrar la información relevante, utilizar adecuadamente los conocimientos previos y trabajar o liderar equipos de trabajo diversos. Estas soft skills serán más relevantes que las skills puramente técnicas.

Por tanto, la tecnología va a convertirse en una parte fundamental de la formación empresarial, no como hasta ahora, que era más bien una ayuda para la administración que permitía el registro en los cursos o las encuestas de satisfacción. Porque si algo nos ha enseñado la pandemia es que el aprendizaje, tanto en los colegios como en las empresas, no volverá a ser como antes. Será más digital e individualizado, lo que no quiere decir que haya que olvidarse totalmente de la formación presencial porque el contacto cara a cara será siempre será necesario, más aun en un entorno principalmente digital. Sin embargo, estos últimos meses han puesto de manifiesto lo que mejora nuestra productividad trabajando desde casa… por lo que la formación debe formar parte de esa realidad y debe aportarnos las herramientas necesarias para adaptarnos a esa realidad. Por cierto, todos estos cambios ya se estaban viendo venir antes de la pandemia… solo que ahora se han acelerado enormemente.