No quiero decir con esto que te estés haciendo mayor… Es sólo que a todos nos viene de perlas abrazar la diversidad para enriquecer nuestras propuestas. Y tal vez no hayas caído en la cuenta de cuánto te pueden aportar los chavales que te rodean.
Sí, me refiero a esos “marcianos” que lo pasan igual de bien jugando en línea con sus amigos que quedando, que se pirran por las batallas de gallos o los tutoriales de repostería y a quienes enloquece grabar historias boomerang en Instagram.
Creemos que las generaciones más jóvenes son más superficiales
Decimos que ya no leen, que no profundizan. Pero se nos olvida que su forma de aprender, de conversar y de divertirse es simplemente distinta.
Y que está fenomenal que quienes peinamos canas piquemos algo de ella.
Por ello, me parece que es un punto dar entrada a nuestros hijos y sobrinos adolescentes en nuestros proyectos de desarrollo personal y también profesional.
Yo lo he hecho. Y estoy entusiasmada con el resultado. Cuando el confinamiento me dejó con menos recursos para la conversación y los brainstorming con mis “interlocutores habituales de confianza”, consulté a mis hijos.
No conseguí su atención más de media hora. Pero no hizo falta, ellos me dieron sus comentarios en formato micro. Y reconozco sin ruborizarme que sus puntos de vista me fueron realmente útiles. Y que además aprendí a explicarme en 5 minutos y a “tirar” de una conversación llena de frases cortas.
Estamos acostumbrados a pedir opinión y comentarios a nuestros compañeros. Quizás también a algún colega o amigo cercano en lo profesional. Pero si queremos llegar a más, ampliando el público objetivo de nuestro proyecto o servicio, pedir comentarios a tus hijos puede ayudarte a identificar algunas mejoras que la gente de tu generación no es capaz de ver.
Y si ya consigues extrapolar la conversación con ellos hacia cuestiones menos concretas como ¿Qué hay en lo que hago que te gusta? O ¿Qué te chirría o no te interesa en absoluto?, no solo completaremos nuestra propuesta hacia jefes o clientes. Es que tendremos con ellos otro tema de conversación. Y eso mola.
Estos serían los requisitos para conseguir que entren al trapo
- Prepárate. Incluso si tienes una relación fluida y conversaciones frecuentes, puede que ellos teman el cómo recibirás sus comentarios. Haz hincapié en que te ayuda tanto lo positivo como lo negativo. Deja claro que sus “malas noticias” te ayudarán a realizar cambios importantes.
- Elige el mejor momento y también el mejor canal. No trates de forzar nada. Y si lo que prefieren es “verlo” a su aire o “meditarlo” y mandarte luego un WhatsApp o hacerte comentarios en otro rato, acepta sus ritmos y modos con toda naturalidad.
- Plantéalo como una petición de ayuda. Asegura que lo haces con mente abierta. Argumenta el por qué y el para qué va a servirte sus comentarios. Reconoce que sus sentimientos y perspectivas son válidos, que no tus canas no te dan siempre la razón.
- No juzgues sus opiniones, solo escucha activamente y toma nota. Controla tus emociones y tus ansias por justificarte. Interrumpe solo para pedir que profundicen con preguntas abiertas tipo “¿puedes contarme un poco más?”. Cuando te toque hablar suaviza tu lenguaje y la expresión de tu cara. Sé consciente de que a ellos les habrá descolocado un poco el “rol de consultor” y temerán decir una chorrada.
- Resume lo que crees haber entendido. Y luego pídeles que lo corrijan o maticen. Y si pueden qué te concreten qué cosas considerarían cambiar. Pide sugerencias y ejemplos.
- Dales efusivamente las gracias. No importa cómo de valioso hayan sido sus comentarios ni cómo te hayan sentado, valora el tiempo que te han dedicado. Reconoce su ayuda y di “muchas gracias por abrirme la cabeza con esto”.
- Actúa. Cambia o incluye algo de lo que te hayan propuesto y muéstraselo. Les va a encantar. Busca la manera de que sus aportaciones no sean llevadas por el viento.
- Haz que la magia continúe. Hazles partícipes de tus progresos, cuéntales lo que les ha parecido a otros o comparte con ellos datos del impacto de su idea. Hazles saber que te encantaría repetir la experiencia. Busca nuevas “excusas”
Comprender cómo otros nos experimentan es una herramienta importante para el cambio. Incluir visiones de “quienes llevan otras gafas” enriquece sin duda nuestras propuestas.
Aunque para mí, lo más importante es el ver a mis adolescentes participar en uno de mis proyectos. Y darme cuenta de que esa “solicitud de ayuda” hace que, meses después, me sigan preguntando sobre cómo avanzo.
Intuir que hemos “pasado de nivel” en nuestra relación.
Mola como profesional.
Y aún más como madre.
¡Habla de todo con tus hij@s de tu trabajo! Te sorprenderá lo mucho que tienen que aportar.