A riesgo de sonar pelotilla, me voy a quedar muy a gusto poniendo por escrito cuanto me han gustado los últimos post de @72rge y @vcNocito. Me han encantado las descripciones que hacen de esos “personajes tipo” que nos encontramos por la oficina de vez en cuando. Y es que mis compañeros gastan de una capacidad de observación y de una prosa que les van a acabar envidiando muchos dramaturgos, además de la que suscribe.

No soy muy dada a encajar a las personas en perfiles estereotipados, y siempre asocio ese tipo de conductas del encasillamiento como negativas. En general me creo bastante benévola, y siempre trato de buscar los puntos positivos de las personas…. Pero es que hay veces que no se puede, por más que uno lo intente.

Y es que trepas, becarios con ínfulas, tiranos y otros especímenes de esta calaña nos los encontramos en todas las empresas, y hay temporadas en las que su presencia brilla especialmente. Vamos, que sus actos se ven magnificados cuando la ocasión la pintan calva; y de esto de pintarla calva, ya se encarga la empresa en su día a día.

Me está saliendo el post un poco críptico, pero os aclaro a qué me refiero y os pinto unos cuantos escenarios en los que todo este tipo de personajes y personajillos y sus tejemanejes se ven engrandecidos:

  • Cuando se palpa que se avecina una reorganización: es el mejor caldo de cultivo para que brillen los trepas con todo su esplendor. En general el buen trepa irá preparando su salto a la fama constantemente. Pero esta reorganización puede ser su oportunidad y seguro que no quiere dejarla escapar. Ojo con los trepas nerviosos, que tienen mucho peligro.
  • Cuando se van a asignar cursos de formación especiales o de alto valor: esto le suele ir mejor a los becarios con ínfulas, que por juventud ven la formación como una oportunidad de progresar, simplemente porque les engorda el CV.
  • Cuando se sortean proyectos que van a estar seguidos de cerca por la alta dirección: a ambos les va bien, ocupen el puesto que ocupen. El hecho de que un director les vaya a dedicar un rato o les vaya a dejar que presenten un proyecto les pone.
  • Cuando se aproxima la evaluación anual de objetivos y el consabido pago de incentivos asociado: porque todos venimos a trabajar para que nos paguen, obviamente. Pero a ojos de un trepa o becario con ínfulas, ellos se lo merecen mucho más que tú, que eres un triste hombrecillo gris…

Y hete aquí que llegamos al tipo gris; esa categoría de personajes entre los que me enorgullece poder autoencasillarme, claro que sí.

¿Qué es lo que nos caracteriza a los grises de la oficina? Para mí un tipo gris no se corresponde en absoluto con un profesional mediocre; eso es otra cosa. Yo me refiero a un buen profesional, con conocimiento de su trabajo, con iniciativa, y de los que tira del carro con el ánimo de que la empresa siga adelante. Son esos tipos que se preocupan porque los pedidos se cumplan como deben y para los que los clientes son lo primero. Y además llevan a cabo su tarea sin ánimo de medrar a costa de otros o de lucir más que en aquello que les corresponde, porque entienden que en una empresa cada cual tiene su función y que en los proyectos el mejor resultado se consigue con las aportaciones de todos en abierto.

Y para mi regocijo personal, y para el vuestro, ¿sabéis qué? Los tipos grises somos mayoría, asique estad tranquilos.