Vaya por delante que admiro sin reservas a las personas que saben lo que quieren y se esfuerzan por conseguirlo. Creo en la disciplina personal y en el trabajo en equipo, en marcarse una meta y en currar a tope por conseguirla. En la empresa y en la vida. Pero no puedo con quienes pretenden labrarse la gloria a costa de otros. Y en los últimos tiempos he tenido que vérmelas con más de un becario con ínfulas de director general.

No sé si es que se les ha subido el Erasmus a la cabeza o que es que simplemente esto de venir a currar en 4×4 con los cristales tintados afecta a las neuronas. Pero estos jovencit@s venidos a más que mutan su cara de mosquita muerta en rictus de gran estadista en cuanto un jefe se huele a la redonda me ponen mala… ¡Si es que hasta cambian su tono de voz!

Me encanta que venga gente nueva a equipo, dispuesta a compartir experiencias y planteamientos frescos y diferentes. Aprendo mucho de ellos. Y del mismo modo espero que ellos también estén dispuestos a aprender con cierta dosis de humildad de quienes llevamos más años lidiando estos toros. Porque señores, puede que los veteranos estemos pelín más ajados, pero ni el empuje, ni la flexibilidad, ni tampoco estar “a la última” es algo que dependa de la edad.

Así que me reconozco molesta cuando un zangolotino viene con ojos de corderito degollado a pedirme “ayuda” para hacer un presupuesto, escribir un argumentario de ventas o estimar una demanda con el único propósito de “endilgarme” su tarea que luego, por descontado, presentará convenientemente a los mayores como hecha olvidando decir quien le sacó las castañas del fuego. Porque estos mutan de curritos a coordinadores más rápido que un transformer.

Reconozco que tienen valor. ¿Qué decir de estas convocatorias para “cotejar criterios” sobre asuntos que sólo a ellos atañen y que siempre terminan en pseudoactas que no tienen otro objetivo que atribuirse en primera persona el trabajo de quienes han participado en la tarea? ¿Cómo calificar esas sentadas para compartir sus nuevas propuestas y de las que sales con deberes?

Líbreme el Altísimo de pretender recuperar el viejo e inamovible modelo de castas jerárquicas que impedía a los aprendices osar siquiera dirigir la palabra a los veteranos. Pero tampoco estoy dispuesta a sumarme a la fiesta que sobrevalora a los jóvenes solo por el mero hecho de serlo, pretendiendo igualar a pollitos y gallinas.

Así que los veteranos tendremos nuestras cosas, pero dado que es obvio que no somos iguales, me irrita doble ver como algunos los jefes de media estopa, lejos de castigar estas conductas, están encantados con esta actitud. Porque prefieren criar pollitos que imitan sus modos y maneras y de quienes llegado el momento se servirán convenientemente en sus manejos de la tropa, que gallinas que pican. Puede que las gallinas piquemos, pero señores, también ponemos huevos, cosa que los pollitos, aún no hacen.

Como no espero que sean los mayores quienes les pongan es su sitio, Y precisamente porque más sabe el diablo por viejo que por diablo, he decidido tomarme con humor a estos novillos de cuerno revirado, y tirar de pase torero. Dejo rastro por escrito de todas mis aportaciones en cada uno de sus cónclaves, busco testigos, comento con mi jefe todas las jugadas y en la medida que puedo, me hago a un lado.

Chic@s, bienvenidos a todos los que estáis dispuestos a comeros el mundo. A quienes estáis deseosos de currar, de aprender y también de ascender y llegar a ser grandes jefes. Sólo me atrevería con un consejo que no me habéis pedido: agradecer y citar a quienes os echen una mano y hacedlo urbi et orbi. También delante de jerifaltes. Que es de bien nacidos ser agradecidos y actuando con honestidad sólo encontraréis manos tendidas. La carrera directiva es una buena opción, pero no es la única, respetad a quienes no hayan querido o no hayan podido seguir esa seda. Que de verdad que hay gente muy buena currando de soldado raso.

Y precisamente porque son muy buenos, no son tontos. Y si vais de aprovechados picarán una vez pero a la larga os aplicarán la máxima de “ni una mala palabra ni una buena acción”. Al menos en presencia de testigos, porque por viejos sabemos que, a pesar de todo, alguno llegará a ser nuestro jefe.

@vcnocito