Ojíplática me quedo cuando me empujan o cada vez que simplemente se me cuelan. Reconozco que me cuesta lidiar con estas agresiones gratuitas a quien sólo comete el desliz de estar. Tanto como me cuesta entender esto de ignorar a quienes sabes que pueden aportarte donde tú no llegas para, a punto de dar las 12, chutarles la tarea sin miramientos, cabreando sin necesidad a quien podría sido un estupendo compañero de viaje.
Valoro infinito a quienes tienen espíritu de aprendizaje y ganas de abandonar su zona de confort haciendo las cosas con sus propios recursos. Olé y adelante. Contar con el mundo, sea o no mejor que tú, no es absoluto obligatorio. Y casi siempre el crecimiento es más importante que el resultado. Pero ojo, que si por el camino cambias de idea, o crees que has valorado mal tus fuerzas, y decides pedir ayuda, recuerda hacerlo siempre en tiempo y forma. Porque esas peticiones que llegan muy tarde y muy mal, son una muy estúpida manera de cargarse las relaciones personales.
Siempre digo a mis hijos que cuando pidan ayuda busquen un buen momento, se vistan con una amplia sonrisa y acepten la espera que quien va a hacerles un favor les pida. Entiendo a quienes no se plantean pedir ayuda hasta que se hayan sacado la foto en el despacho, incluso a los que no pueden disimular lo mucho que les estomaga la persona a la que tienen que acudir. Lo que no puedo comprender es por qué esta torpeza de pedir ayuda exigiendo, sin acompañarla de un ápice de humildad y respeto.
No estoy paranoica cuando digo que está de moda. ¿O es que nunca os han venido a soltar un marrón una hora antes de que expire el plazo cuando han tenido todo el tiempo del mundo para enrolaros con entusiasmo en una tarea común? ¿Nunca os ha llegado una petición urgente… que lleva semanas en la bandeja de entrada de quien os la suelta para desaparecer a continuación como alma que lleva el diablo?
Creo firmemente en el poder de la colaboración. Yo siempre digo que sí cuando puedo encajarlo. Y si no puedo, hago por poder aunque no siempre lo consiga. Las ventajas de prestar tu colaboración siempre compensan con creces el esfuerzo que dediques a la tarea que te proponen.
Así que, si alguna vez me veo en situación de afrontar una petición fuera de tono, me trago hasta las malas formas, pero no lo hago sin rechistar. Ante situaciones de abuso y falta de compañerismo, de exigencia de colaboración sin rastro de educación y con altas dosis de morro, me debato sobre qué hacer.
Porque dudo de si conviene hacer notar tu malestar. Algunos aconsejan correr un tupido velo y poner cara de conejo risueño mientras corres en dirección contraria y procuras no volverte a cruzar en sus caminos. Dicen que es lo que se lleva. Que mantener el ambiente es la cualidad más valorada en un empleado.
Tal vez, no digo yo que no, aunque siempre haya sido de hablar más a las claras, expresando sin cabreos, pero con claridad, mi malestar. Y no sólo para quedarme más a gusto, sino soy de las que piensa que todos tenemos una responsabilidad educativa con el mundo que nos rodea. Y que el modo de ejercerla es no dando cobertura a acciones inadecuadas. Al menos no más de la estrictamente necesaria. Aunque quizás esto no tenga nada de eficaz y sólo consigas que inevitablemente te señalen.
Lo importante es que hagas lo que hagas, no dejes de ayudar. No porque crea que los chupópteros que avanzan por la vida a empujones tengan los días contados, que seguro que además ascienden, sino porque el tiempo lo pone todo en su sitio. Y porque compartir no es asunto de generosidad sino de placer.
Eso sí, haz el gili lo menos posible. No por nada, las mentes creativas son como las madres, tienen amor para dar y tomar. No temen gastarlo por más hijos que tengan. Ni tampoco porque sacar castañas del fuego a otro te pueda quemar las manos.
Cuesta gestionar la cara de imbécil cuando un listillo te utiliza para ponerse la medalla, “olvidando” citar ni de pasada con quién hizo el viaje. Pasa, ni se te ocurra cabrearte. Los que viven de vender sus chuli-presentaciones obviando por supuesto mencionar quienes han sido “sus referencias”, van a volver a necesitar ayuda 🙂
Hola Virginia. Por desgracia abundan más de lo que quisiera uno, este tipo de sujet@s que tienen la habilidad de pillarte con la guardia bajada para encasquetarte el marrón de turno. Y como dices, además con malas caras, y exigiendo resultados. ¡Alucinante!
¡Saludos!
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Gracias por tus comentarios. Lo cierto es que cuando decidimos iniciar este blog prometimos inspirarnos siempre en casos reales…. Y así ha sido también en esta ocasión 😄
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