Se habla mucho, y con razón, de las soft skills que demandan las empresas hoy en día. El mundo cambia tan rápidamente que cada vez es menos importante ser un experto en una tarea concreta porque lo más probable es que dicha tarea quede obsoleta rápidamente, con la correspondiente desazón y necesidad de adaptarse a una nueva realidad que ello conlleva. Por eso entre la lista de las soft skills más buscadas siempre salen la capacidad de adaptación a entornos cambiantes, la creatividad, la resiliencia, el aprendizaje continuo o la flexibilidad. Y efectivamente, todas ellas son importantes, pero me planteaba hace poco otra cualidad muy importante que nunca sale en esa lista: la elegancia. No la elegancia vista como “dress for success”, como diría la canción de Roxette, sino como actitud ante la vida.

«Elegante es el hombre que ni hace ni dice cualquier cosa, sino que hace lo que hay que hacer y dice lo que hay que decir”. Así definía la elegancia Ortega y Gasset, y así expresado me parece una cualidad clave en el ámbito laboral de hoy en día, especialmente entre los líderes de las empresas. Este concepto de elegancia engloba muchas de las “soft skills” que enumeraba al principio (creatividad, flexibilidad, capacidad de adaptación…), es más difícil de aprender que cualquier capacidad técnica y es el ingrediente secreto de los negocios más cercanos a los clientes y más exitosos.

La elegancia en el trabajo no consiste solo en la forma de vestir, sino también y sobre todo en las habilidades comunicativas y en el saber estar. Lo estético, reconozcámoslo, también tiene su importancia, al menos hasta garantizar un mínimo: Llevar prendas de tu talla, limpias y planchadas para no dar una imagen de dejadez… no me imagino a un directivo dando una charla de motivación a sus empleados con la camisa llena de lamparones. También muchos líderes tienen una imagen muy marcada, cuidada y característica que en cierto modo es una forma de elegancia como los jerséis de cuello alto de Steve Jobs, las camisetas grises de Mark Zuckerberg o el gorro de colores de nuestro Chema Alonso.

Las habilidades comunicativas son fundamentales en cualquier puesto de trabajo. El utilizar un vocabulario correcto dependiendo del contexto formal o informal en el que nos encontremos, el no gritar a la mínima, no utilizar palabras vulgares o malsonantes a menos que tengas mucha confianza con tu interlocutor, utilizar un tono de voz moderado, saber escuchar al interlocutor durante la conversación… todo esto contribuye a transmitir correctamente nuestras ideas, a conseguir acuerdos, y nos facilita adaptarnos a los diversos entornos

Y por supuesto, el saber estar, o señorío, o seny… Hay muchas palabras para definir esa cualidad. La compostura, la comunicación no verbal, cuidar las formas, el mostrar un interés sincero por la situación personal de los demás, el reconocer sin problemas que la otra persona tenía razón y nosotros estábamos equivocados, el saber decir la palabra justa en cada situación, todos esos intangibles nos ayudarán sin duda hacer mejor nuestro trabajo.

Decía Coco Chanel que “la elegancia es cuando lo de dentro es más bello que lo de fuera”. A eso me refiero con poner en valor la elegancia como una de las sof skills más importantes hoy en día, a pesar de que no suele salir en las listas o los informes de las consultoras. Un concepto interesante sobre el que pensar ¿no creéis?