No sé si soy muy dura con quienes arrastran los pies al volver al trabajo después de unas merecidas vacaciones. Reconozco que me ponen mala todos esos reportajes (en el telediario incluidos) sobre cómo superar el bajón postvacacional.
Vale que volver a madrugar no mola, que se estaba mejor en la playa que frente al ordenador y que aguantar a más de uno no merece un mes de vacaciones sino un año sabático. Pero ¿no nos habremos vuelto un poco “de mantequilla”?
Si tienes que volver es que tienes trabajo. Así que no te quejes tanto.
Y empieza a pensar en cómo hacer que toda esa pereza reme a tu favor.
Valorando más lo que tienes
Y, sobre todo, aprendiendo a hacerlo aún más valioso.
Si te sientes atascado, trata de avanzar
Sé que puede ser muy frustrante verte año tras año regresando a la misma mesa y a la misma lista de tareas pendientes.
Ponte este año algún objetivo, por pequeño que sea. Te recomiendo que tenga un componente de acción por tu parte para no dejarlo todo en manos del mundo.
Los propósitos dan sentido a nuestra vida. Y la mayoría de las veces la gracia no está en conseguirlo, sino en saber que lo estás intentando.
Que tu propósito tenga algún “valor seguro”. Que pase lo que pase, te lleves algún premio. Por ejemplo, «Si no consigo el ascenso o el cambio, al menos me llevé por delante que aprendí a hablar en público».
Si te sientes poco motivado, busca la manera de aportar más valor
Yo soy de las que piensa que al trabajo se viene motivado de casa. Pero, que automotivarse tiene mucho que ver con conocerse. Y con conocer a quienes te rodean y quienes, de alguna manera, son el espejo en el que miras tu valor.
Trata de llenar tú el vaso, al menos hasta la mitad. Busca en tu interior esos “ingredientes” que hacen que el puré a ti te resulte más sabroso. Cada uno tiene los suyos. El aprendizaje, la novedad, la diferenciación, la visibilidad, el reconocimiento, la autonomía… ¿Cuál es el tuyo?
Identifícalo. Es el primer paso para ponerlo a trabajar para ti.
Como decía en un post anterior, “si conseguimos reconocer los ingredientes que recargan nuestras pilas y trabajamos la auto-renovación de nuestro propio depósito de energía podremos, sin depender de otros, sacar el máximo provecho de lo que somos”
Si te sientes poco valorado, trata de mejorar tu visibilidad
Si eres de los alérgicos “a venderte”, siento la mala noticia, porque hoy contar lo que haces y lo que eres es condición sine qua non para ser valorado.
La era digital es ruido. Pero también es conexión, confianza y colaboración desinteresada. Es búsqueda de referencias que nos permitan innovar.
Te corresponde a ti y solo a ti el comunicar a los demás lo que haces y el valor de lo que aportas, sin autobombo ni exageración, sin medias verdades ni medallas robadas.
Porque lo que no se conoce, no existe. Por maravilloso que sea.
Lo siento, pero es así. Visibilizarte es ofrecerte para ayudar. No es “saber venderte” para conseguir un atajo hacia algo que no te mereces.
Si lo que sientes es que tu trabajo simplemente no te gusta, mira cómo puedes cambiarlo para que lo haga.
He visto su sonrisa incrédula, aunque te aseguro que gran parte de ese “trabajo ideal” que deseas, podría ser fácilmente alcanzable a través del rediseño de tu puesto actual. Y que no necesitas el permiso de tu jefe para hacerlo.
De hecho, tu empresa, aunque no te lo diga, espera de ti que no sólo que hagas pronto y bien lo que te manda, sino que propongas nuevas formas de hacerlo mejor. Necesita tus propuestas, porque sólo tú conoces tu actividad suficientemente bien para hacerlo.
No preguntes. Haz.
Empieza hoy mismo a eliminar todas las tareas que tú consideras que no aportan valor porque, si te equivocas y alguien se queja o te reclama, siempre puedes fingir un despiste y recular. Haz una lista de tareas que te aportarían aprendizaje o que podrían sumar valor a lo que haces, para apostar por ellas y ver qué pasa. Incorpora en tu día a día nuevas relaciones buscando el interés mutuo y no solo tu propio beneficio y ya verás como tu visión se amplía.
Los profesionales digitales somos más de pedir perdón que de pedir permiso.
Céntrate en replantearte todo depende de ti: tu propia gestión de actividades y tareas diarias, las relaciones con el resto de las personas y, sobre todo, la activación de nuevas oportunidades en base a eso que te gusta y que bien sabes hacer.
La clave para que te guste tu trabajo está en ti, en lo que tú piensas de él. Es tu responsabilidad decidir cómo y en qué inviertes tu tiempo. Vivir encerrado en la rutina o ser un explorador diario de nuevos retos es una elección personal.
Y si no es nada de lo anterior
Simplemente fuerza una mueca de sonrisa cada mañana. Y mantenla al menos 3 días, si puedes, incluso durante toda la primera semana. Te sentirás mucho mejor. Y puede que algo cambie en ti.
Ya sabes lo que dicen los sajones,”Fake it till you make it”.