Hoy en día la facilidad para trabajar en equipo es una de las cualidades más demandadas en cualquier organización. En un mundo hiperconectado como en el que vivimos, el compartir información, saber repartirse el trabajo entre los miembros del equipo y ser versátil a la hora de acometer las tareas diarias es fundamental para que cualquier proyecto alcance el éxito. Por otra parte, estoy seguro de que si nos preguntaran si sabemos trabajar bien en equipo, el 99% de las respuestas serían un “pues claro que sí”. Pero sin embargo, todos hemos tenido la sensación alguna vez de que las cosas no fluyen bien en el seno de nuestro grupo de trabajo, o que no hay colaboración entre distintos departamento sino que cada uno va buscando su beneficio en vez del lugar común.

Una contradicción que sucede en mi opinión porque hay gente que es individualista por carácter pero que camufla ese individualismo para integrarse o ser aceptados en el grupo. Me refiero a esos compañeros que “comparten” contigo ese documento de 100 páginas diciendo que envíes comentarios a más tardar mañana por la mañana porque tiene que estar entregado por la tarde, o el que te convoca a una reunión 5 minutos antes de que tenga lugar acompañado de un “perdona, se me olvidó copiarte”. Quedan bien porque te han pedido participar en el documento o te han invitado a la reunión pero lo hacen de tal manera que es absolutamente imposible que participes.

Aparece luego la tentación casi inevitable de hacer tú lo mismo con él y dejarle fuera de cualquier debate o decisión a la primera oportunidad que tengas… consecuencia inmediata: mal clima laboral y una bajada del rendimiento del equipo. Se generan situaciones conflictivas, bandos enfrentados y colaboradores que deciden ir a su propio ritmo.

Luego también tenemos a esos personajes egoístas y trepas que buscan ante todo su lucimiento personal, que ocultan información a los demás miembros del grupo por aquello de que la información es poder, y que tienen como objetivo final es figurar en la foto final aunque para ello tengan que dinamitar el trabajo realizado por otros. A veces, ese tipo de comportamientos demasiado individualistas es alentado por los jefes en un desafortunado intento de “fomentar una sana competitividad”. Yo siempre he pensado que el carácter del jefe marca mucho el carácter del grupo de trabajo y que un jefe trepa que busca ser cada vez más jefe terminará creando aunque sea de forma inconsciente un equipo de trepas muy poco eficiente.

Además, estas situaciones de mal ambiente no suelen denunciarse por muy evidentes que sean y por tanto son difíciles de solucionar. Creo que la tendencia natural de la gente es aislarse y crear micronichos de trabajo con alguien que sea más o menos afín a ti y tirar para adelante sin intercambiar palabra con los “no afines”. Y si un compañero llama la atención a otro, pocas veces surte efecto o si acaso tiene un efecto puntual y pasajero porque no hay relación jerárquica y es difícil que un “igual” cambie la forma de trabajar de alguien.

La solución pasa a mi modo de ver por repartir bien las tareas y tener unos objetivos claros y bien definidos. Esto tampoco es fácil en proyectos complejos donde participe mucha gente, pero hay que definir al menos unas líneas generales de actuación donde se trate de compensar las fortalezas y debilidades de cada uno, de manera que se cree un clima en el que todo el mundo sienta que hay otro miembro en el equipo que va a cubrir los puntos flacos del compañero.

Lo que es evidente es que si todos los miembros de un equipo no reman en la misma dirección, alcanzar el éxito es prácticamente imposible. Porque como dice la coach y consultora Olga Blanco, la continua evolución del mundo obliga a que las organizaciones tengan que tener un desempeño mucho mejor que hace 15 años solo para llegar a los mismos resultados finales, por lo que la flexibilidad en el trabajo y la evolución son imprescindibles en cualquier empresa. Así que solo aquellas organizaciones que tengan equipos de trabajo bien sincronizados y alineados podrán conseguir los resultados esperados.