Muchas veces la vida laboral no es fácil: Tiempos muy ajustados para entregar proyectos, clientes demasiado exigentes, proveedores que no responden como se espera de ellos… todo se traduce en mucho trabajo, mucho estrés y muchos problemas que resolver diariamente. Y por si eso fuera poco, a veces tienes la sensación de que tus jefes o tus propios compañeros no colaboran contigo. Es más, que te ponen trabas a tu trabajo y parecen los más interesados en que el proyecto no termine bien. Es la sensación de tener al enemigo en casa y de que no solo tienes que luchar contra los elementos, sino también y sobre todo contra tu propio equipo.
Supongo que en un momento u otro, todos hemos tenido esa sensación y me parece que cuando más grande sea la empresa en la que trabajamos, más fácil es que veamos que el verdadero obstáculo para hacer bien nuestro trabajo está dentro de ella y no en la competencia o en la ausencia de recursos de que disponemos. Tenía hace tiempo un jefe muy bruto que decía que “esta empresa se arregla con seis balas” lo que es una manera basta de expresar esa misma idea: hay personas que se suponen están de tu lado y sin embargo, parece que sean el enemigo, porque no quieren hacer su trabajo o porque parece que tienen unos objetivos contrarios a los tuyos. Y a veces, no puedes menos que dar la razón al sufrido cliente que te dice “tu empresa es una birria, me voy a cambiar a la competencia” ya que realmente, tú harías lo mismo en su lugar viendo el desbarajuste que hay dentro de ella.
El que un compañero te ponga obstáculos para hacer tu trabajo puede verse en todos los órdenes de la empresa. Desde discusiones presupuestarias donde cada departamento lucha por conseguir dinero para su proyecto a costa de tu presupuesto aun a sabiendas de que ese proyecto no tiene mucho futuro hasta cualquier reunión de trabajo en la que el técnico busca llevar la discusión al detalle técnico mientras que el de marketing no entiende nada y quiere hablar de promociones y campañas. Ejemplos de que el desafío diario no es hacer las cosas mejor que la competencia o satisfacer a ese cliente tan exigente, sino salvar los obstáculos que te encuentras con tus compañeros.
Yo intento sobrellevar estas situaciones pensando que no es algo que solo suceda en mi empresa o en mi proyecto, sino que pasa en todas partes. No es que me agarre al famoso “mal de muchos…” sino que veo que esa situación de tener al enemigo en casa es algo diría que consustancial a la naturaleza humana. Está muy bien eso de trabajar en equipo y remar todos en la misma dirección para lograr el objetivo común, pero en la práctica suele ser una quimera. Todo el mundo tiene sus intereses y sus objetivos personales que provocan que intenten que sucedan cosas que a ti no te interesan tanto. Y además, por la famosa propiedad conmutativa del enemiguismo, si tú ves a alguien como tu enemigo, ten por seguro que él te ve a ti igual, aunque pienses que no lo merezcas, lo que tampoco ayuda a reconducir la situación.
Hay que tomárselo con filosofía y tranquilidad y no desesperarse. Aunque de todo hay en la viña del Señor, pocas veces hay animadversiones personales o malas intenciones. Creo que la clave está en darse cuenta de que cada uno defiende lo suyo, y probablemente si tú estuvieras en el lugar de ese “enemigo” te comportarías de la misma manera. Se trata de entender las motivaciones de ese malvado compañero, tratar de encontrar el punto de encuentro entre esas motivaciones y las tuyas y llegar a un quid pro quo. Por ejemplo, algo que me pasa muchas veces: me encuentro con departamentos de la empresa que te piden documentar exhaustivamente cualquier petición que les haces. Eso resulta molesto y es fácil verlo como una pérdida de tiempo, ¿por qué no haces lo que te pido y ya está? ¿No veas que hay un cliente esperando nuestra respuesta? Sin embargo, si te pones en su lugar y entiendes que esa documentación le servirá para justificar su trabajo delante de su jefe con la cantidad de formularios que tiene que atender, ¿por qué no perder unos minutos o hasta unas horas en rellenar esos documentos? A la larga es un precio barato por convertir un enemigo en un amigo.