Os va a parecer mentira, pero yo suelo volver de las vacaciones descansada, contenta y con las pilas bien cargadas. Supongo que a más de uno extrañará lo que digo, pero es la pura verdad.
Me encantan las vacaciones, el sol y el aire libre. En invierno y en verano. Se me quedan siempre cortas, salga de viaje o me quede en casa. Pero también me gusta volver al trabajo. Y no, ni me cargan mis hijos, ni aborrezco el apartamento en la playa de los suegros, ni odio las moscas.
No soy una chiflada masoca a la que mola levantarse a las seis para constestar el correo. Pero confieso que, cuando vuelvo al currro, lo cojo con gusto. Y que me irritan sobremanera esas caras de icredulidad de amigos y compañeros cada vez que lo comento. No saben si soy una snob o una desequilibrada a quien recomendar psiquiatra.
Nunca he compartido ese rollo de “lunes-horrible vs viernes-la-gloria” que en verano se lleva a su máxima expresión. Porque, queridos compañer@s, me niego a creer que vuestro día a día en el trabajo sea tan horrible que sólo encontréis felicidad en vuestras paradisíacas vacaciones.
Aclaro que odio madrugar y que, gustándome lo que hago, no estoy aún en la categoría de quienes viven de lo que les apasiona. Y que hay tareas que, además de aburrirme soberanamente, no me aportan nada. Y colegas que me cargan. Y días en que cargaría con cicuta la máquina del café…
No trabajo por que quiero. Lo hago como todos, por la pasta :-). Pero curro duro para que me guste lo que hago, buscando todos los días la manera de compartir proyectos que me gustan con gente que me gusta.
Y quizás me pase, pero intuyo que algo tendrá que ver el hecho de que aquí aporto (lo que puedo), aprendo (de todo lo que pillo), comparto (todo lo que tengo) y siempre, siempre intento crecer (menos a lo ancho). Y esto, queridos colegas, es una elección. Tan personal que nadie, ni el más canalla de los compis, ni el más sibilino de los jefes, la puede torcer.
Os animo a que, a la vuelta de vacaciones, disfrutar del trabajo sea vuestra elección. ¡Fuera esas caras de fastidio y ese arrastrar de pies como si llevarais cadenas! Os garantizo que saldréis ganando.
Espero que hayáis descansado. Desde el primer minuto, os propongo dejar un poco de lado el correo, que os garantizo que puede esperar un día más, para dedicar algunos minutillos a valorar el trabajo que tenéis.
¡Disfrutad de la vuelta al cole! 🙂