¿Qué como pedir un aumento de sueldo? Pues la verdad, no tengo una receta mágica ni mucho menos. De hecho, creo que nunca he pedido proactivamente un aumento de sueldo porque en todos los sitios donde he trabajado siempre ha habido un momento en el año donde se revisaba el salario de todo el mundo y fuera de ese momento no había nada que hacer. Sin embargo, sí que tengo claro lo que yo haría si quisiera, como premisa fundamental, ganar más dinero.
Todos nos hemos preguntado muchas veces si tenemos un salario justo y si nos pagan lo que nos merecemos. La primera tentación para responder a esa pregunta es compararse con los compañeros de trabajo que hacen más o menos lo mismo que tú. Es inevitable, pero creo sinceramente que es un error, o más bien una comparación muy pero que muy odiosa. Es imposible que alguien que lleva trabajando 15 años en la empresa gane lo mismo que un chico joven recién incorporado, por más que los dos sean compañeros del mismo departamento. Imposible e injusto por cierto, porque el veterano tiene unos conocimientos, una experiencia, y hasta unos contactos internos en la empresa que son los que te pueden ayudar a desbloquear una situación complicada, y de todo eso carece totalmente un recién incorporado.
Y además, es complicado encontrar dos trabajos iguales, por mucho que las personas que lo llevan a cabo estén a 2 metros de separación en la oficina. En un equipo de comerciales no es lo mismo el que lleva a un cliente que está en expansión y por tanto tiene presupuesto para invertir en los productos de nuestra empresa que otro que lleva a un cliente en recesión y que se ha puesto en modo ahorro total. No se pueden comparar los resultados y por tanto no sería justo pagar la misma retribución variable a los dos comerciales.
Otra tentación bastante recurrente es pensar que somos imprescindibles para la empresa, que somos la piedra angular de todos los proyectos y que el día que nosotros faltemos todo se va a pique. Seguramente haya gente que de verdad sea imprescindible, sobre todo en las empresas pequeñas, pero al menos en empresas grandes como en la que yo trabajo no hay nadie ni remotamente imprescindible. Las tareas están muy divididas y el trabajo de cualquiera puede ser asumido entre todo fácilmente. Eso no juega precisamente a nuestro favor a la hora de pedir aumentos de sueldo.
Por tanto, nos queda solo una opción: cambiar de ocupación dentro de la empresa, cambiar de categoría o por qué no, cambiar de empresa. La verdadera comparación que deberíamos hacer es confrontar nuestro sueldo con lo que ganaríamos haciendo más o menos lo mismo en otra compañía. No es fácil obtener el dato, pero siempre podemos tirar de conocidos que trabajen en otros sitios, o estar al tanto de los salarios que se ofrecen en algún proceso de selección. Suele suceder que nos parece que los sueldos se incrementan en un mayor porcentaje en las empresas de la competencia que en nuestra propia empresa, lo que casi siempre es absolutamente cierto, porque es habitual que nuestro salario crezca a un ritmo más lento cuando llevamos muchos años en la empresa. Sin embargo, cuando cambiamos de compañía se nos presenta la oportunidad de renegociar las condiciones económicas con mayores ventajas.
Si nuestro interés es ganar más dinero, el secreto está en casi siempre en el cambio. Otra cosa es que nos compense, porque no todo es el dinero. Hay siempre un “salario emocional” que hay que tener en cuenta: cuantos días de vacaciones tienes, qué flexibilidad laboral, si hay teletrabajo o no, el grado de presión habitual que se maneja en cada empresa… todo hay que tenerlo en cuenta. Pero si por las circunstancias que sean la prioridad es conseguir una subida de sueldo, hay que estar atento a las nuevas oportunidades y no rechazarlas por comodidad o por miedo a la incertidumbre.