file921268279705Una madre y un bebé camello estaban descansando, cuando el bebé camello pregunta:

Mamá, ¿por qué los camellos tenemos joroba?

Y dice la mamá, “mira hijo, nosotros somos animales del desierto, y necesitamos la joroba para guardar agua y que podamos sobrevivir sin ella”.

Bebé: ¿Bien, entonces por qué nuestras piernas son largas y nuestros patas redondas?

Madre: ¡porque con estas piernas nos podemos mover por el desierto mejor que nadie! Dijo la madre orgullosamente.

Bebé: ¿Y entonces por qué son nuestras pestañas tan grandes? A veces esto molesta mi vista

Madre: Hijo mío, tus pestañas ayudan a proteger tus ojos de la arena y el viento del desierto…

Bebé: ya entiendo. Entonces la joroba debe almacenar el agua cuando estamos en el desierto, las piernas son para andar por el desierto y estas pestañas protegen mis ojos del desierto… entonces, ¡qué demonios estamos haciendo aquí en el zoológico!

La moraleja de esta historia, aplicada al mundo de la empresarial, es que las habilidades, las capacidades y la experiencia de una empresa únicamente son útiles si están en el lugar correcto y se usan adecuadamente.

No sé si alguna vez te has sentido en tu trabajo como el bebé camello de la fábula, es decir, con la sensación de que tienes unos conocimientos, una experiencia y unas capacidades que no utilizas prácticamente nunca, y de las que tanto tú como tu empresa podríais sacar mucho más partido en otra situación. No es que hagas tareas inútiles, ni tampoco es que estés degradado, ni a disgusto en tu trabajo (en la fábula, probablemente el camello viva más cómodo en el zoo con todas sus necesidades cubiertas que en pleno desierto). Quiero decir que en tu trabajo diario no haces uso de las capacidades que has ido obteniendo a lo largo de tu experiencia profesional, aquellas que probablemente te hacen un poco diferente a los demás. Y tus tareas actuales no contribuyen en nada a hacerte diferente a los demás.

Es muy probable que en esa situación te llegues a encontrar cómodo, quizá en alguna ocasión algo aburrido, pero cómodo a fin de cuentas. Es la definición perfecta de “zona de confort”. Tu trabajo diario no te exige demasiado, lo llevas bien, encuentras utilidad a lo que haces… pero falta algo. Falta ese punto de emoción por decirlo de alguna manera, de reto diario. La sensación de que puedes hacer otras cosas quizá más diferenciales para ti y para tu empresa.

Mucha gente elige quedarse en su zona de confort, lo que es absolutamente respetable. Puede que al cabo de un tiempo acaben perdiendo de no usarlas esas valiosas capacidades que fueron adquiriendo durante su andadura profesional, pero tampoco les importa. Digamos que han elegido continuar con la vida tranquila del zoo, volviendo otra vez a la fábula del principio.

Yo sin embargo animo a tratar de salir de esa zona de confort y buscar ocupaciones o funciones donde poder desarrollarte tanto personal como profesionalmente, donde poder seguir aprendiendo día a día y utilizar lo más posible lo que ya has aprendido. Puede ser un traslado interno o directamente en otra empresa, depende de las circunstancias de cada uno. En cualquier caso, buscar nuevos retos profesionales, aunque sean modestos, te mantiene más vivo, más activo… Estoy convencido de que a la larga acaba siendo lo mejor para levantarse contento cada mañana.