Hace unos días pasé por la vertiginosa experiencia de jubilar a mi querido Golf. El vértigo no se debe, como muchos pensaréis, a pasar de conducir un coche digno de una JASP (Joven Aunque Sobradamente Preparada, os acordáis?) a un trastero de 7 plazas que tardará una semana en tener churretones de chocolate.
No, el coche no tiene nada que ver… Pero aún no doy crédito a lo vivido en el proceso de compra. Como creo que no es una anécdota, sino un modus operandi que ya tiene magnitudes de tsunami y que asola nuestras vidas y a nuestra empresas, lo traigo a este espacio de reflexión.
Os cuento. La primera alerta viene al constatar que los 4 concesionarios visitados (de 4 marcas diferentes y líderes todas ellas) nos han presentado por escrito una oferta en la que el precio final del coche está calculado… suponiendo financiación a 36 meses. No es raro que NADIE, absolutamente nadie, salvo nosotros, haya ni supuesto ni preguntado si lo íbamos a pagar al contado? Y no sería para tomarlo a sofoquina si no fuera porque en ningún sitio pone que el total corresponde a un precio financiado SIN incluir los intereses!
Tras pasar por alto este detalle y hacer las sesudas comparaciones y estudios de mercado (papel mojado en estas condiciones, claro, pero esto no viene al caso), nos decidimos por uno y nos fuimos cheque en mano a cómprarlo. Segunda sorpresa, ésta ya con un poco más de tono, El coche vale 1.800 euros más que lo que pone el papelito rotulado como oferta. Entonces nos sacan, no ya la letra pequeña (ojalá hubiera estado, que con las gafas de la farmacia leo cualquier cosa), sino la letra invisible, porque juro que no estaba en ningún sitio! Que sí, que pagado al contado es más caro, que financiado sale mejor….
Pasamos de la sorpresa al soponcio. Con yugular hinchada, mareos, mirada asesina…y cuatro horas de reloj para descubrir dónde estaba la trampa: que si financiado incluye 4 años de garantía, que si el mantenimiento plus, que total igual no es pero es muy poco más, que mejor tienes el dinerito en el bolsillo y te vas a cenar con tu marido…. No sigo. Pero reconozco sin rubor que mi marido tiró la toalla del entendimiento a la hora y cuarto, y yo, habituada a lidiar con excells talla maxi, a punto estuve. Sólo me mantuvo la adrenalina generada.
Por eso, empecemos por el final, me pregunto: ¿Desde cuándo sale más barato que te presten dinero que ponerlo de tu bolsillo? NUNCA. Ni siquiera con los tipos de interés en el 0%. Como mucho, será igual, pero nunca mejor.
Este es el cuento que pretenden hacernos tragar. Para que continuemos viviendo por encima de nuestras posibilidades y comprometamos por adelantado el consumo de los próximos 40 años. ¿No era suficiente con necesitar una hipoteca para tener una casa? Resulta que ahora es normal que los grandes almacenes te den un crédito para que les compres las bolas de navidad.
Estoy segura que no es un caso aislado, sin ir más lejos, me cuenta mi amiga Pilar, una señora doctora, a quien tengo por muy inteligente y leída que “a ella le obligaron a financiar su coche, que no pudo pagarlo al contado?”. No señores, que no nos cuenten milongas, que además en esos casos, nos salen bien caras.
Por cierto, al final el comercial nos cobró el precio que nos había puesto en la hoja de OFERTA…
Había timado tanto a otros, que nos ajustó los 1.800 de más sin pestañear ante la sugerencia de que íbamos a conservar unos añitos más el golf.
Hasta el final, mi querido Golfi hizo su servicio.