No; que nadie piense con este título que estoy cambiando las pretensiones del blog o que me estoy convirtiendo en consejera matrimonial. Nada más lejos de mi intención. El título de estas líneas me lo han sugerido unos cuantos artículos que he estado leyendo este verano sobre tendencias en el mercado laboral, de las cuales me he quedado básicamente con las siguientes ideas:

  • Se acabaron los trabajos para siempre: debemos acostumbrarnos a que las empresas cada vez contratarán más por proyectos y menos de forma indefinida. De ese modo pretenden asegurarse más la ejecución de proyectos por especialistas ad-hoc que contar siempre con un mismo empleado, por versátil que sea. La idea de que una vez terminados tus estudios entrarás a trabajar en una empresa donde podrás jubilarte si quieres, ya pasó a la historia.
  • Nuevas tecnologías y mucha más flexibilidad. Me refiero sobre todo a flexibilidad horaria y de movilidad para trabajar, tanto en lo bueno como en lo malo: el hecho de poder estar conectado todo el día y en cualquier sitio nos puede aportar muchas ventajas, pero también desventajas según la ocasión. Y lidiar con este nuevo panorama requerirá de una importante capacidad de autogestión por nuestra parte.
  • Formación continua: la velocidad con la que se mueve la tecnología en cualquier campo a día de hoy requiere que no podamos abandonar nunca jamás la formación. Tenemos que asumirla como parte de nuestra vida, y si no recordad lo que le pasó al dodo.

Y cuando proceso las implicaciones de este panorama, seguro que no tan futurista, mi razonamiento es el siguiente:

  • En cuanto al punto de la formación continua, para mí no es ninguna novedad, y cualquier profesional y empresa que se precien a día de hoy deberían preocuparse por la formación: la suya propia y la de sus empleados. No es sólo una preocupación, sino una obligación de ambos. La diferencia en el futuro entiendo que estriba en que la responsabilidad compartida de empresa y empleado para formarse se traspasa exclusivamente al trabajador, porque la empresa lo que hará es buscar al mejor formado en cada ocasión y para cada proyecto. Ojo con esto, que nos traslada a todos como particulares la responsabilidad no compartida de formarnos. Y siempre.
  • La flexibilidad y la movilidad no me asustan. En la parte de la movilidad, aún a día de hoy, con familia a cuestas me lo plantearía y analizaría ventajas e inconvenientes si tuviera la oportunidad o la necesidad. Pero creo que ambos puntos, movilidad y flexibilidad, están altamente condicionados por tu momento vital. No es lo mismo que te propongan mudarte a trabajar a Angola si tienes 20 años y ningún tipo de responsabilidad familiar, que si tienes 45 y una familia. Las condiciones que seguramente exigirás son otras y no te plantearás el movimiento si la recompensa no es muy clara. Lo mismo pasa con la flexibilidad. No es lo mismo asumir picos de trabajo cuando eres joven que cuando tienes responsabilidades familiares, y sobre todo en este segundo caso exigirás flexibilidad recíproca, pues seguramente necesites conciliar algunos aspectos de tu vida. Hasta aquí todo bien, pues aclarando los puntos con tu empleador en el primer momento, seguro que se puede llegar a un entendimiento (o no).
  • Pero el punto que realmente me choca es el primero, esa tendencia que augura que las relaciones laborales con una empresa tienden a acortarse extremadamente y que la contratación será básicamente por proyectos o tareas temporales. Y digo que me choca, no que me asuste, porque bajo mi punto de vista esto tiene dos debilidades:
    1. La primera es que una cosa es la formalidad en el trabajo, que cualquier buen profesional tendrá a bien demostrar en cualquier proyecto, y otra cosa es el compromiso. A mí, que debo ser de la vieja escuela me dijeron durante años que el compromiso de los empleados redunda en satisfacción de cliente, y esto me lo creí a pies juntillas. Y por ende, opino que la contratación por tareas o por proyectos hará fracasar a muchas empresas que no serán capaces de ofrecer calidad en su producto final. La formalidad es una característica personal, o un comportamiento unilateral. Y sin embargo el compromiso es algo que sólo demostrarás si tienes reciprocidad en la parte contratante. Vamos, que si me miro al ombligo y pienso que la empresa que me contrata lo hace exclusivamente con un interés puntual y temporal, tendré muy claro que he de venderme al mejor postor en cada momento, sin pensármelo dos veces y sin mirar atrás.
    2. Y la segunda es que me parece que lo que la empresa ahorre en las contrataciones de larga duración, y lo que pretende ganar al contar con especialistas ad-hoc para cada tarea va a tener que compensarlo con ingentes cargas de trabajo de gestión para poder delimitar esas tareas y ser capaz de filtrar a los mejores especialistas para cada caso. Vamos, que la especialización y la subasta de tareas vendrá acompañada de una carga administrativa muy importante, y eso no es ningún beneficio. Bajo mi punto de vista es más importante invertir en talento para el core de tu negocio que en administración.

En fin… No sé cómo lo veréis vosotros, pero mi intuición me dice que no todo va a ser tan drástico como lo pintan. Se dice por todas partes que el mercado laboral tiende a una especie de outsourcing elevado a la n-sima potencia, en el sentido de que cada persona vamos a ser una de las subcontratas, y yo creo que esto sólo va a servir para determinados tipos de tareas a realizar.

Dentro de 10 años me decís si me equivoco.