Últimamente no paro de leer sobre artículos sobre Mindfulness o el arte de tomar conciencia. Y en cierto modo, me alegro. No porque sea una fanática proselitista del asunto, sino porque me consuela que se ponga tanto foco en este saltar de flor en flor sin saber muy bien en qué flor estás.

Porque a mí me pasa: Yo no consigo concentrarme en casi nada y eso me preocupa. Voy como pollo sin cabeza, de una tarea a otra, sin que ninguna me deje huella. ¿Se pueden dedicar un par de horillas a elaborar un documento del que por la noche eres incapaz de recordar ningún detalle? Se puede, lo atestiguo.Me cuesta tanto prestar atención a lo que hago que no estoy en el ajo ni en las tajadas.

Preocupada, en seguida lo achaqué a la edad, que dos para cincuenta no poca cosa. Al comentarlo con compis más jóvenes pasé a cargar las tintas sobre los niños, que si bien no comparto eso de que los problemas no crecen, es hecho cierto que la logística se complica y la negociación agota. Pero de tanto leer al respecto, he llegado a la conclusión que es lo que nos toca vivir, que es un mal casi endémico…

Porque multiestimulo e inmediatez hacen una combinación más que peligrosa. Las listas de ToDos que entran por tierra, mar y aire y que intercalan lo profesional con pequeños imputs caseros son de siempre. El cambio perverso es que ahora podemos resolver online. O sea que el Always on, te lleva al always marrón. Siempre tuve urgencia por resolver al minuto mis pendientes, pero ahora resulta que puedo hacerlo. Y como no sé esperar, dejo que la ansiedad gane a la racionalidad. La priorización se multiplica por cero y lo urgente y lo importante funden el “tengo que” con el ”hacerlo ahora”. Demoledor.

Pero sólo a nosotros nos corresponde parar. La autoexigencia de tener la “bandeja de entrada” vacía es una esclavitud sin límites. Poco a poco me voy dando cuenta de que el “tengo que” es mil veces más esclavo que el “tienes que”. Que confundo poder hacerlo con poder hacerlo bien. Y caigo una y mil veces en la trampa de pensar que mejor lo hago yo porque lo voy a hacer mejor.

Consejos del mindfulness como aceptación y desapego no me entran del todo. Uno porque no me resigno a ir tan dormida por la vida. Dos porque no quiero desprenderme de nada, al menos de nada de lo que me importa. Me siento más atraída por el concepto de mente principiante, de desarrollar la capacidad de ver las cosas por primera vez, como hacen los que empiezan. Desaprender a organizarse para organizarte mucho mejor.

Me pongo como deber aprender a concentrarme en el presente, priorizando las tareas de cada día y acotando cada actividad en una franja horaria. Sin dejar que se salga ni un minuto. Me obligo a no liarme a hacerlo todo hoy con la esperanza de ir más tranquila mañana.. para luego ir mañana igual o más liada que hoy. Y ya que priorizo lo que voy a hacer, voy a elegir cada día qué tres cosas no voy a hacer.

Y por aquello de lo que ayuda verbalizar voy a cambiar el hacerlo todo por compartir que no puedo hacerlo todo. Igual, como los alcohólicos, todo empieza por aceptar en voz alta que voy como una loca y que así no puedo ni hacer ni disfrutar… Es una de mis máximas que sin autocrítica, no hay margen para la mejora 🙂

Ya os iré contando qué tal me va. Si os sentís identificados, os animo a dejarme vuestras recetas. Gracias de antemano!

@vcnocito

PD: Parece que hoy no no iré a esa reunión de relleno ni habrá pescado fresco para cenar 🙂