Seamos claros: estamos escasos de liderazgo porque poca gente puede permitirse el pasar por la incomodidad que hoy supone guiar a otros.

No sé si en el pasado ha sido más fácil ser líder. Pero lo que parece es que, al menos, era algo más cómodo.

Los líderes del siglo XXI no solo tienen que lidiar con la incertidumbre de un contexto altamente inestable y cambiante en el que apenas hay certezas. También tienen que ser capaces de enamorarse de la incomodidad.

  • Porque es incómodo proponer una estrategia sin tener la certeza del éxito.
  • Porque es incómodo tratar de mejorar cosas que aún no están podridas del todo y que, mal que bien, todavía funcionan.
  • Porque es incómodo preguntar, provocar y querer ir más allá sabiendo que hacerlo desafía el statu quo de jefes y compañeros.

La mayoría prefiere seguir a un líder

No todo el mundo es capaz de permitirse el sentir incomodidad.

Pero, incomodidades aparte, lo que hoy nadie puede permitirse es el lujo de esperar a que las cosas sucedan.

Quien se limita a seguir el guion está tan ocupado que no tiene ningún deseo de mejorar nada, pero resulta que este “deseo individual de mejora” es imprescindible para tu empresa.

Por mucho que hagas tu trabajo de forma impecable, quien no tiene ganas de salir de la rueda del hámster y de tirar hacia delante, no aporta valor suficiente.

A esa actitud la llaman microliderazgo, intraemprendimiento o autoliderazgo.

Es la energía cinética que tu empresa necesita para poder vibrar, y con esa vibración colectiva, poder seguir adelante.

Ya no puedes conformarte con saltar a golpe de despertador para ir a dormirte en tu mesa de trabajo. Hacer tu trabajo y punto, muy pronto no va a permitirte salir del paso.

No todo el liderazgo implica ponerse al frente de la manifestación

Entendemos por liderazgo el ser cabeza visible, el ser desafiante y perseverante en el desafío, hablando alto y claro.

Pero muchas veces el liderazgo es silencioso.

Tú puedes hacer mecánicamente tus tareas de siempre mientras esperas a que llegue la hora de salida.

O puedes interactuar con compañeros y clientes para intentar ir más allá, para sorprender, para dejar huella. Puedes tomar las riendas y plantear cuestiones o iniciar discusiones.

A veces se trata de hacer cambios poco visibles en tu día a día.

Otras, de crear escenarios que faciliten el cambio a otros.

Y algunas, de ayudar conectando personas o simplemente inspirándolas con una referencia, con una pregunta inocente o con un consejo.

Pensar que el cambio es función de tu jefe y que tú no tienes capacidad de cambiar tu trabajo es una excusa muy sobrevalorada.

¿Qué es lo peor que te puede pasar si lo haces? ¿Has pensado (en serio) en lo que probablemente pasará si no lo haces?

Tú puedes hacer cambios que importan

Tu entorno profesional o tu proyecto necesitan, seguro, de tu cabeza y de tus manos. Puedes, y deberías, ayudar a marcar diferencias.

Los curritos de a pie somos capaces de idear cosas excepcionales con bastante facilidad. De lo que carecemos es de la voluntad y también de la confianza para hacer que ocurran.

Porque tenemos miedo. Porque no estamos acostumbrados. Porque no lo creemos necesario…

En tiempos de inestabilidad, el crecimiento procede de quienes crean cambios más que de los directivos que obligan a sus equipos a hacer más con menos.

Deja que otros sigan sentados y mirando.

Tú tira hacia delante y lidera tu microcambio.

Ocupes la posición que ocupes, no te quedes sin hacer nada.

@vcnocito