Leía hace poco que los trastornos psicológicos son ya el segundo motivo de baja laboral en España, a muy corta distancia de las lesiones musculoesqueléticas. Fueron ya el 6,5% de las bajas laborales en 2021 y además, la duración media de dicha baja es de 98 días de media, con lo que uno de cada seis días de baja en España se debió a un problema de salud mental el año pasado. Todo esto constituyó en 2021 un gasto de más de 373 millones de euros para la Seguridad Social, sin contar otros costes como tratamientos, sustituciones, etc.
Todo un batiburrillo de números que no hace más que concretar y hacer tangible una sensación personal: que ahora hay muchas más bajas laborales debido a ansiedad, estrés, nervios etc. Ya es prácticamente una epidemia. Cada vez conozco más gente que tiene que tomar una baja porque no es capaz de lidiar con la ansiedad que le genera su trabajo o que antes de llegar a ese punto, prefiere dejarlo todo incluso sin tener una alternativa laboral clara. Personas bien equilibradas y curtidas en mil batallas laborales acaban reventando hasta el punto de tener que parar obligatoriamente de una forma u otra.
¿Motivos? La creciente incertidumbre económica, un clima laboral tóxico, exceso de trabajo y otros males como el estrés o la ansiedad. Las empresas tratan de reducir costes para afrontar las dificultades económicas y una de las maneras más directas para conseguir esa reducción es disminuir sus gastos de personal, contratando menos gente. Consecuencias: más trabajo y más estrés para los empleados. Además, la pandemia ha demostrado que no estamos muy preparados para vivir en la adversidad, aunque también ha contribuido a visibilizar los problemas de salud mental que lamentablemente mucha gente tiene en España.
Sin embargo, otras empresas ya están tomando cartas en este asunto, promoviendo políticas de desconexión digital o tomando iniciativas como la creación de programas de atención psicológica, talleres de hábitos saludables o planes de apoyo psicológicos. No obstante, hay gente no recurre a la ayuda psicológica por ese estigma negativo que todavía tiene, por lo que muchas veces ya es demasiado tarde cuando quieren hacer uso de ella.
En mi opinión, es más efectivo actuar sobre las causas que sobre los síntomas, igual que tomar paracetamol para aliviar la fiebre no sirve para curar el virus. Así que lo más importante sería ayudar a los trabajadores a identificar cuáles son las causas que les generan esos problemas y que puedan así aprender a gestionarlos, lo que en algunos casos podrá hacerlo el empleado por sí mismo mientras que en otros será necesario realizar ajustes en el puesto de trabajo.
Una de las cosas que más ansiedad provoca es la imposibilidad de la conciliación de la vida profesional con la personal. Para la mayoría de los profesionales, la conciliación laboral es crítica a la hora de decantarse por un trabajo, por lo que facilitar la conciliación garantiza tener empleados más optimistas, descansados y a la vez, comprometidos por lo que las empresas deberían esforzarse en promover esa conciliación. Y también ser conscientes de que puede ser un estresante el obsesionarse con medir la productividad derivada de las medidas para reducir el estrés…
Vivimos en una era frenética, donde hacemos listas para prácticamente todo y nos autoimponemos constantemente deadlines casi imposibles de cumplir. En mayor o menor medida, todos sufrimos estrés. En realidad, la baja laboral no es más que la punta del iceberg que llega cuando las personas ya no aguantan más, tras pasar por un proceso de deterioro de su salud mental, durante el cual no fueron capaces de desarrollar su actividad laboral con normalidad. De ahí que el cuidado de la salud laboral de los empleados debería ser una prioridad para todas las empresas.