Los sesgos cognitivos son efectos psicológicos que causan una alteración al procesar información. Por ello, es buena práctica profesional el poner foco en tus sesgos.

Hoy, cuando muchos de los contactos con jefes, compañeros, proveedores y clientes son vía email o zoom, tenemos un nuevo reto: Mitigar el llamado el sesgo de «proximidad».

El sesgo de proximidad es tendencia natural que todos tenemos a preferir, y también a priorizar, a quienes vemos en persona frente a aquellos con quienes nos relacionamos por vías digitales, dejando en último lugar de nuestra cabeza, y también de nuestro corazoncito, a quienes ni siquiera vemos a través de la pantalla, porque establecemos toda nuestra relación por email o chat.

Pero, con relaciones telemáticas que están aquí para quedarse, tenemos que aspirar a que el medio nos sea transparente. A ser tú al cien por cien tanto en el cara a cara como en remoto, porque serán cada vez más las veces en las que no puedas elegir tú el medio que prefieres.

Persigamos la excelencia desde cualquier lugar

Te invito a superar el presencialismo.

Y no sólo con tus subordinados, si es que los tienes, sino con todas las personas con las que te relacionas en tu trabajo.

Te invito a dejar de ser un profesional del siglo XX.

Aunque, sea cierto aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Aunque esté demostrado que la mitad de los jefes, y también de los docentes, “se olviden” de quienes no están presentes en la oficina o en el aula.

Olvidar lo que no tenemos delante es la tendencia natural de nuestro cerebro. Por ahí te lleva la inercia.

Ahora bien, te invito a contrarrestarla.

Porque si la dejamos actuar, penalizaremos a quien esté en remoto, a pesar de lo demostrado que está la eficacia y la productividad de la relación digital.

Tenemos una nueva tarea en nuestro trabajo: ¿Cómo hacer frente a la tendencia a olvidarnos de quienes no tenemos delante?

Comparto algunas pautas que funcionan.

Ser consciente del sesgo de proximidad

Para inculcar con tu trabajo y con tu ejemplo una cultura de “excelencia desde cualquier lugar», el primer paso es siempre el reconocer abiertamente el reto. Y en este caso, es el saber que el sesgo de proximidad es una fuerza, presente por naturaleza, que no ayuda.

Ponerle foco ya es un gran paso porque te obliga activamente a redirigir el enfoque para incluir a aquellos que contribuyen de forma remota.

Valorar la calidad por encima de la presencialidad

Es fundamental demostrar, con palabras y con hechos, que valoramos los entregables de calidad, la colaboración efectiva y la innovación por encima de la ubicación.

Cuando así lo haces, cuando diferencias con tu trato a quien lo hace y a quien no, estás demostrando que reconoces y aprecias un buen trabajo (y por consiguiente, a un buen profesional) incluso cuando no le ves.

Favorecer el roce constante

Un contacto regular con quienes no ves, forzando si es preciso una mayor frecuencia que la que tendrías si hubiera contacto físico, es vital para ambos.

No sólo tiene como función el crear un tiempo personalizado con quien de otro modo veríamos con menos frecuencia. Sirve para hacer saber al otro que “vemos” su contribución y sus esfuerzos. Pero también nos permite a ambos dar visibilidad de las cargas de trabajo y al rendimiento, así como una idea más clara del apoyo que pudiera estar faltando.

Todos tenemos claro que, si no queremos ser ignorados, necesitamos hacernos un hueco en la mente de quien no nos ve. Pero eso no será suficiente si no hacemos que esta máxima funcione en los dos sentidos. Necesitamos sacar tiempo para conceder huecos, contestar llamadas, leer contenidos que otros nos envían y responderles, aunque sea con un escueto “muchas gracias, parece muy interesante, en cuanto lo lea te comento”.

Presionar por la igualdad de trato

El trabajo remoto e híbrido ha creado una preocupación de «visibilidad/falta de visibilidad» para mucha gente. Piensan, con razón, que muchas de las personas en posiciones de poder tienden a favorecer a quienes pueden ver. Y aun reconociendo que en parte esto sigue siendo así, nos toca a todos contribuir, con nuestras peticiones y nuestras contribuciones, a cambiarlo.

Porque mantener los prejuicios contra los trabajadores remotos contribuye a crear diferencias injustas. Y aunque el sesgo de proximidad es un comportamiento humano natural que, al igual que otras formas de sesgo inconsciente, no es ni justo ni injusto, lo que está muy claro es que es perjudicial para los resultados.  Enrarece el ambiente y con él la productividad.

Contribuye a crear una nueva cultura

Lo que nos piden los tiempos es que aprendamos a apreciar por igual el trabajo bien hecho, sin que importe desde dónde se haga.

Que sepamos formar equipos excelentes que trabajan con un propósito y unos objetivos compartidos se vean las caras o no.

Que trabajemos activamente, seamos jefes o no, por unas nuevas reglas.

Que nos apuntemos sin poner peros a hacer registros semanales de nuestra actividad.

Que seamos más claros con nuestros objetivos e intenciones y también con nuestros errores o retrasos

Que participemos con más ganas en las actividades de socialización, físicas o virtuales.

Que pongamos más energía y proactividad en las reuniones virtuales.

Que demos tiempo de calidad en lugar de horas por un tubo.

Y también, que abordemos con quien sea necesario nuestras dudas o resentimientos sobre ese sesgo de proximidad.

Tenemos todos una oportunidad única de defender una nueva cultura del trabajo. Todo está cambiando, así que hagamos que estos cambios nos ayuden a todos a avanzar en lugar de separarnos en grupos.

@vcnocito