Venganza es una palabra con connotaciones negativas. Desde la guardería enseñamos a los niños a perdonar y a no responder con un tortazo al niño que “toma prestado” un juguete de otro niño. No obstante, la venganza es una reacción totalmente humana, innata, que lleva desde siempre dentro del ser humano. Aquello del “ojo por ojo y diente por diente” tiene muchos miles de años de antigüedad…y claro, es difícil luchar contra los instintos primarios.

¿Qué es la venganza realmente? Dice la RAE que es “una reprimenda que se ejerce sobre una persona o un grupo de ellas por una acción que es percibida como mala o dañina” En el ámbito laboral, por supuesto que existe la venganza. De una manera mucho más sutil que aquello del ojo por ojo, pero es innegable que las vendettas personales están a la orden del día. Si alguien torpedea un proyecto o hace quedar mal a otro, cabe esperar la misma reacción de la otra parte en cuanto le sea posible. “Arrieritos somos, y en camino nos encontraremos” es la expresión que mejor describe estas venganzas laborales.

¿Es una buena actitud ser vengativo en el trabajo? Es evidente que es una reacción que te sale de dentro, prácticamente inevitable. Pero también es verdad que en muchas ocasiones, es poco inteligente. La vida da muchas vueltas y en el mundo laboral más aun, así que es posible que acabes siendo compañero de aquella persona con la que tuviste un conflicto tiempo atrás. Si no colaboras con él como represalia por alguna ofensa pasada, al final de estás perjudicando a tí mismo. Otras veces ocurre que tu venganza acaba no solo perjudicando al objetivo de esa venganza, sino de forma indirecta también a tu propio equipo de trabajo porque el proyecto en el que todos estáis participando se ve perjudicado por tu actitud. Otra cita viene al pelo en estas situaciones: acaban pagando justos por pecadores.

Dicen los psicólogos que para que la venganza sea realmente satisfactoria, debes poder ver que el infractor ha aprendido la lección. De lo contrario, no se logra una sensación de justicia plena, y la venganza más que ser un plato que se sirve frio, digamos que te deja frío. Es decir, la persona a la que castigas debe entender que está sufriendo represalias por su mal comportamiento anterior, algo complicado de conseguir en el ámbito laboral porque puede que el ofensor ni siquiera asocie nuestro comportamiento a un anterior que él tuviera.

En muchas ocasiones, la mejor venganza es ser diferente de quien te agrede, como ya decía Marco Aurelio hace miles de años. Si entras en el detalle de la forma de pensar y actuar de esa persona o ese equipo que te ha agredido, te darás cuenta de que no puedes aprovechar nada de ello y que la actitud más útil y más sabia es directamente ir por donde ellos no van. Ante sentimientos de rabia, el primer impulso es devolver con la misma moneda el dolor causado, pero normalmente eso es un error. La mejor venganza es demostrar que eres no solo diferente, sino mejor que quien te ha ofendido.