Comienza un nuevo año así que es momento de repasar lo hecho en el año anterior y de hacer propósitos para el año que empieza ahora. También es el momento de leer todo tipo de previsiones sobre lo que va a suceder en los próximos 365 días. Me confieso adicto a esas previsiones, porque a todos nos gusta saber qué amenazas y que oportunidades se ciernen sobre nosotros para lo cual recurro al conocimiento de los gurús en las materias que me interesan… vaya, nada que no se haya hecho desde la más remota Antigüedad.

El caso es que hace un año frases como el “el teletrabajo ha venido para quedarse”, o “el trabajo ya nunca será como antes” estaban en boca de todo el mundo, gurús y no gurús. De hecho, reconozcámoslo, en este blog las hemos utilizado más de una vez. Yo personalmente, me lo creí del todo. Pensaba que los modelos de trabajo tradicionales se habían demostrado obsoletos tras la pandemia, que era evidente y manifiesto que la productividad no se ve resentida si trabajas desde casa, que haciéndolo es mucho más fácil conciliar vida personal y laboral, y que la tecnología que lo permite es tan sencilla y está tan alcance de todos que no es impedimento para que empresas de cualquier tamaño adopten el teletrabajo.

Pues parece que todos, gurús y no gurús, nos equivocamos. El teletrabajo en España parece haber sido una especie de moda pasajera, o eso es lo que dicen los números, que esos sí que no se equivocan. Desde que la vacunación se extendió a prácticamente toda la población y se redujeron los contagios y los casos graves de COVID, el porcentaje de personas que trabajan desde fuera de la oficina más de la mitad de su semana laboral ha pasado del 11,2 % en marzo de 2021 a un 8% en septiembre de 2022, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).

O dicho de otra manera, mientras que en el segundo trimestre del año 2020 en el que todos estábamos de cuarenta obligatoria el porcentaje de población que teletrabajaba era del 16,2%, ahora es menos de la mitad. Es cierto que los datos reflejan las personas que trabajan más del 50% de su tiempo desde casa por lo que no incluyen esos modelos híbridos en los que se trabaja eventualmente desde fuera de la oficina.

Otra predicción que se desmorona es la de que el teletrabajo deslocalizará a la población y de que será la solución para la España vaciada ya que la gente acudiría a vivir y a trabajar a sus pueblos de origen. Pues no. Porque claro, si hay que ir tres días a la semana a la oficina, marcharse a vivir a un pueblo a 250 km de la oficina no es nada práctico. De hecho, los datos dicen que donde más gente teletrabaja es en Madrid, que no es precisamente un pequeño pueblecito.

¿Por qué ha sucedido esto? Varios motivos. Es posible que la nueva legislación laboral donde hay que firmar nuevos contratos para los que teletrabajan no ayude. También es verdad que en nuestro país hay en general una escasa base tecnológica que hace que sea complicado que se imponga mayoritariamente el teletrabajo. Otros dicen que la cultura del presentismo y de echar horas para calentar el asiento está también muy arraigada, y que todavía son mayoría los jefes que les justa levantar la cabeza y ver a sus huestes picando piedra sin descanso. En mi opinión, influye mucho el que somos un país de gente sociable y son muchos los que aun pudiendo teletrabajar, prefieren ir habitualmente a la oficina y socializar con los compañeros en lugar de estar todo el día dentro de las cuatro paredes de tu casa.

Sea como sea, me parece imperdonable que las empresas no estén preparadas para ofrecer la opción de teletrabajo a quien así lo requiera o lo necesite. No tiene justificación que un empleado talentoso pero con hijos pequeños se cambie a la competencia porque su empresa no le permita trabajar tres días a la semana desde su casa mientras se ocupa de sus niños. Es cierto que el teletrabajo no se está imponiendo en España a la velocidad que parecía, pero sigo estando de acuerdo con aquellos que decían que el teletrabajo ha venido para quedarse, aunque sea poco a poco.