Emails, mensajes, ofertas, presentaciones, post en redes sociales… todos somos escritores en la era digital.  Nuestros resultados profesionales dependen de cómo seamos capaces de contar lo que necesitamos que otros sepan. En un mundo acelerado, todas nuestras intervenciones comienzan con un buen guion.

Hoy escribimos más que nunca.

Por ello, una escritura clara y persuasiva es más importante que nunca.

Desafortunadamente, la mayoría de los profesionales que conozco no cultivan sus habilidades de escritura. Tal vez creyendo que no las necesitan, no las han tratado de mejorar casi desde que dejaron el cole. Olvidando que nuestra capacidad de comunicarnos a través de la palabra escrita siempre tuvo impacto y hoy lo tiene mucho más.

Escribir mejor nos ayudará a captar la atención de otros, a ser mejor comprendidos, a convencer a otras personas y a influir en la forma en la que se hacen las cosas, aun cuando no tengamos cargo para ello.

La escritura es un músculo que se entrena

Escribir es como conducir o montar en bici. La teoría es más o menos simple, las primeras veces te puede la inseguridad y el miedo, pero, cuando te quieres dar cuenta, si sigues insistiendo, lo haces tan sin pensar que tienes que obligarte a prestar atención a la carretera.

La escritura eficaz es aquella que consigue su propósito.

Que consigue la atención deseada haciendo que te lean sin demasiado esfuerzo y sin tener que hacerlo varias veces. Que consigue que el otro entienda qué le quieres decir sin fisuras y sin más dudas que las que pueda resolver “a vuelta de correo”. Y que, sobre todo, activa la emoción o la acción deseada en el destinatario.

Porque para eso escribimos, para que otros sientan, sepan o hagan algo.

Nada más y nada menos.

Cuando, hace años, me propuse ayudar a los equipos comerciales de mi compañía a vender soluciones digitales, no encontré otra manera de hacerlo que aprovechar cada oportunidad para lanzarme al ruedo de la escritura, sin pensarlo demasiado. Cursos, post, presentaciones, ebooks…

Consciente de que, mis grandes aprendizajes vienen de mis fallos, hoy comparto recetas que te serán útiles la próxima vez que tengas que pedir un recurso, exponer una idea, explicar las ventajas de un producto o presentar resultados.

Rutinas que mejoran tus textos

  • Leer tus textos en voz alta. Puede parecer raro, pero hacerlo te ayudará a “ver” cómo suenas. Te darás cuenta en seguida de que estás usando expresiones que no te pegan, que tus frases son demasiado largas, que se pierde el hilo demasiado pronto o que no lo explicas tan bien como creías. A medida que leas, te darás cuenta de dónde puedes ser más breve o claro, y eso te hará sin duda ser más efectivo.
  • Leer con espíritu crítico los textos de otros. De todos es sabido lo bien que se ve la paja en el ojo ajeno. Una de las mejores cosas que puedes hacer por tu propio estilo de escritura es leer con atención los de otros. Cuando lo hagas, presta atención a cuándo pierdes el enfoque o te confundes. Esto te ayudará a evitar esas mismas trampas en tu propia escritura.
  • Preguntarte si estás agregando valor o diciendo algo nuevo. Nos fríen a emails y a documentación. Recibimos mucha publicación sin esencia que solo demuestra que el otro está conectado o sigues ahí. Nunca escribas si no tienes nada que aportar. Y si, a pesar de todo, quieres o necesitas hacerlo, esfuérzate por aportar algo nuevo. Un dato, una pregunta, una experiencia… algo que sume.
  • Calienta. Las introducciones son el calentamiento. Pero una vez que estamos en racha, es posible que nos demos cuenta de que, una vez que ha cumplido su función, sobran. Casi siempre puedes borrar los dos primeros párrafos que escribiste. Prueba y mira si el texto se vuelve más nítido
  • Cuando lo tengas, dale otra vuelta. Trabaja con borradores, incluso en el email más inocente. El concepto de borrador hará que no te de pereza volver a escribirlo. Verás cómo en la segunda vuelta (cuando ya la estructura está creada y ya no tienes la presión de la hoja en blanco) haces cambios a mejor.
  • Ponte detrás. No tiene sentido escatimar tiempo de la exposición leyendo nuestro currículum ni nuestros logros. Sólo cuando tu mensaje aporta, podrían interesar tus credenciales. Vete a lo que interesa al destinatario, pero acaba recordando tus datos de contacto si no los tiene y desde luego tu disposición para “hablar” más.
  • Obsesiónate con la simplicidad. Dicen que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Sé que cuesta el doble o el triple preparar algo breve. Pero que quien tiene el detalle de leerte, lo agradece. Cuando creas que lo tienes, prueba a quitar un 15% de palabras sin quitar ninguna idea. Recuerda que no sabe más quien más tiempo de exposición consume.
  • Si no dices “para qué sirve” leerte, no te lee nadie. Yo meobsesiono con verbalizar en los primeros instantes el beneficio potencial para quien me regala su tiempo, con el fin de que todo el mundo tenga claro para qué le a servir seguir leyendo. Para hacerlo, busco la responder a estas dos preguntas: ¿cómo puedes aplicar lo que te voy a contar? y ¿qué debes tener en cuenta para que hacerlo tenga un impacto que mejore tu vida?
  • Estructura y repetición ayudan a la comprensión. Cuando controlas un tema, suelen apoderarse de ti las ganas de contar. Y si tu texto va ensartando ideas una detrás de otra, la gente se pierde. Por eso, cada vez doy más importancia a la estructura de mi mensaje. Las listas ayudan, pero si son muy largas, busco conceptos que me sirvan de “estaciones” y presento el discurso como un “plan por etapas”, cuyo objetivo sea conseguir que exista un “antes” y un “después”.

Escribir es algo más que mover los dedos sobre un teclado. Sea cual sea el destinatario y el motivo de tu texto, a mí me ha quedado claro: Comunicas más cuanto más respetas, cuanto más piensas en quien te escucha y cuanto más te olvidas de ti.

@vcnocito