Continuamente ves noticias de empresas que presentan planes de ajuste de plantilla basados en dar salida a los empleados mayores de 50 años, lees estadísticas que dicen que son los trabajadores mayores los que tienen más dificultad para encontrar un nuevo trabajo por encima de los jóvenes sin experiencia… Según vas cumpliendo años y te acercas a esa edad en la que para muchas empresas pasas a ser prescindible, piensas en qué harías si llega el momento en el que, efectivamente, pasas a ser prescindible.

Reflexionas sobre lo que sabes hacer, sobre aquello en lo que eres bueno y sobre lo que has aprendido en todos tus años trabajando… pues bien, para mucha gente la conclusión de esa reflexión es: “no sé qué voy a hacer, porque yo no sé de nada”.

Suele ser gente que se encarga de tareas un poco abstractas, difíciles de definir, como “gestión, coordinación, facilitación…” y que las hace de una manera muy particular, siguiendo una metodología y unos procesos específicos de la empresa en la que trabajan desde hace muchos años. Si los proyectos en una empresa llevan años gestionándose con unas determinadas herramientas y metodologías donde el “gestor” tiene claro lo que tiene que hacer, no es de extrañar que ese gestor piense que no va a sobrevivir sin esas herramientas a su alcance.

Sin embargo, creo que en general no sabemos lo mucho que sabemos. A lo largo de los años adquieres poco a poco, de una manera casi imperceptible, una serie de habilidades muy valiosas. Seguro que eres capaz de liderar una reunión con mucha más facilidad que cuando eras un becario simplemente porque te ha tocado liderar muchas. Seguro que tus presentaciones van mucho más al grano que las primeras que hacías porque ya identificas mejor cuales son los puntos importantes que les importa a los jefes. Seguro que tienes mucho mejor criterio para separar las buenas ideas de las malas ideas porque a lo largo de tu carrera has visto triunfar y fracasar muchas ideas, buenas y malas. “Experiencia” lo llaman a todo esto.

Seguro que tomas decisiones por ti mismo en el día a día de tu trabajo con mucha más frecuencia que cuando terminaste tus estudios y que ahora solo necesitas a tu jefe para que desbloquee algún tema puntual. Seguro que las aplicaciones informáticas que manejas hoy con soltura no tienen nada que ver con las que tenías a tu alcance el primer día que empezaste a trabajar. Seguro que en los últimos 15 ó 20 años has pasado por tantos jefes, compañeros y tareas distintas, adaptándote sin problemas a todos ellos, que ya ni los recuerdas todos.

Es decir, sin que probablemente lo sepas, tienes todas las características que definen a los “knowmad” o nómadas del conocimiento, ese perfil tan de moda y tan valorado por las empresas hoy en día: tienes capacidad de liderazgo de equipos de trabajo, tienes visión estratégica, tienes autonomía para tomar tus propias decisiones, tienes capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías y también a nuevas tareas y a diferentes equipos de trabajo. Si te preocupa tu empleabilidad futura, debes intentar desarrollar todas esas habilidades que ya posees y además desarrollar una marca personal digital alineada con un propósito profesional, es decir, dedicar tiempo a que los demás conozcan estas habilidades que posees, usando internet para ello.

Así que igual que el pájaro de la fábula no tenía miedo de posarse en una fina rama porque no necesitaba confiar en que la rama aguantara su peso sino que confiaba en sus alas, debemos perder el miedo a la inestabilidad y aprender a movernos en entornos líquidos, es decir, cambiantes continuamente. Necesitamos adaptarnos profesionalmente a las exigencias del siglo XXI pero lo bueno de todo esto es que seguro que tenemos las herramientas y capacidades adecuadas para conseguirlo.