No son pocas la voces que, con razón, nos advierten de que el teletrabajo puede volvernos invisibles.

Toca reconocer que, igual que la gravedad lo manda todo hacia abajo o la entropía tiende a dispersar las partículas de un gas, el trabajo remoto tiende a ocultarlo todo. Nunca fue más cierto aquello de «ojos que no ven, corazón que no siente».

Sin embargo, igual que nos las hemos ingeniado para alzar el vuelo o para mantener la dispersión a raya, podemos (y debemos) contrarrestar la «inercia digital». Adoptando nuevas actitudes y asumiendo nuevos roles para cambiar la dirección que nos marca el contacto remoto.

Asumiendo como parte de una nueva mentalidad propia del siglo XXI, esa lección de Erasmo de Roterdam que nos advierte de que «el talento escondido no produce reputación». Una lección que data del siglo XVI, y que la mayoría aún no hemos asumido, por cierto 🙂

No es (sólo) función de tu jefe saber qué haces

Si piensas que no necesitas contar cómo vas porque es función de tu jefe saberlo, te invito por un segundo a te pongas en la piel de tu pobre jefe. Has oído bien: tu pobre jefe y no ese cab**** controlador y exigente que nunca se preocupa por ti ni te escucha.

Ser el jefe de un equipo remoto no es fácil. Para quienes se han venido manejado a golpe de llamada al despacho y vistazo a la pradera, la coordinación de tareas y personas a través de medios digitales debe parecerles el infierno. Cambiar tono de voz imperativo por email bien escrito para asignar tareas, establecer objetivos claros en lugar de miradas furibundas a quien se va a su hora, o abrir su apretadísima agenda para charlar con su gente, debe costarles mucho.

Por ello, te parezca justo o no, todo lo que sea hacerle la vida más fácil será ganancia para ambos y también liberación de férreo control para ti. Solo quienes hacen ese cambio de chip comienzan a ver el teletrabajo como una actividad que libera y no que ata.

Te corresponde a ti incorporar rutinas para aliviar a tu jefe la tarea de saber qué haces y cómo vas. Sin peloteo ni medallas que no te corresponden. Con objetividad y todos los datos de que seas capaz.

Prueba a enviarle un sencillo email de reporte al final de la semana listando en qué tareas has invertido el tiempo, qué temas cerraste y cuáles quedan abiertos, qué problemas te encontraste y cómo los fuiste solucionando o qué ayuda necesitas por su parte para poder hacerlo. Incluir lo que tienes para la semana siguiente es un punto extra. Y pedirle claramente opinión, consejo o ayuda para enfocar o desbloquear algún tema es llegar al sobresaliente. No hace falta que te eches flores, lo objetivo hablará mejor por ti. Tampoco tiene porque ser muy largo. Te aseguro que es mano de santo. Te recomiendo que lo pruebes el próximo viernes.

Si tu preocupación tiene que ver por lo que piensan tus compañeros

La estrategia pasa entonces por compartir periódicamente, además de ese mismo informe, cualquier contenido de utilidad y de interés para el equipo.

El profesional digital es social, no entiende la actividad profesional como una acción individual. Recuerda que tú lo eres.

Una de las acciones que más rédito te aportará es enviar a tus compañeros referencias que pudieran ser de su interés, trucos que has aprendido o barreras que tú has encontrado y con las que ellos se pueden topar acompañados de tus notas sobre cómo las derribaste.

El modo más efectivo y natural de que sepan en qué andas y cómo progresas es que lo cuentes vistiéndolo de contribución al equipo.

Si eres de los alérgicos “a venderte”

Entonces, siento la mala noticia, pero tienes que cambiar el chip, ya no es suficiente con hacer bien tu trabajo.

La falta de ese vernos las caras nos obliga a todos ir más allá de la pura eficacia haciendo visible el trabajo que realizamos.

Te corresponde a ti y solo a ti el comunicar a los demás lo que haces y el valor de lo que aportas, sin autobombo ni exageración, sin medias verdades ni medallas robadas.

Porque lo que no se conoce, no existe. Sé de muchos tesoros ocultos de los que nadie disfruta porque han faltado acciones que los saquen a la luz. De trabajos maravillosos que nadie apoya porque sus autores son tan discretos y están tan centrados en resolver, que “no tienen tiempo” para ponerse “a vender”.

Algo que en un momento tan retador para todos no nos podemos permitir.

A teletrabajar se aprende

Hoy comparto contigo una cosa más. Algo que me hace especial ilusión y que está muy relacionado con este post.

Ha salido a la venta mi libro DISFRUTA TELETRABAJANDO: Una guía práctica para garantizar resultados y calor humano cuando trabajas con gente a la que no ves. Un trabajo multimedia, donde (cómo no) también participa nuestro muy querido Rober.

Puedes comprarlo aquí.

Y si te gusta y me haces una recomendación en Amazon o en cualquiera de tus redes sociales, mi gratitud será eterna. No te costará mucho y a mí me vendrá de perlas. Ya sabes que, en la era digital, un comentario es el mejor de los regalos.

Seguiremos hablando de teletrabajo. Porque está aquí para quedarse.

@vcnocito