Si, como a mí, te gusta iniciar el año con listas de objetivos y propósitos, te propongo esta vez un ejercicio diferente: Que hagas la lista de las cosas que vas a dejar de hacer.

Porque, aunque puede que seas de esos que los cumples, sé que la mayoría estáis en mi bando. En el de quienes tienen algún propósito que siempre acaba diciembre encabezando la lista del siguiente año. En el de quienes, aunque arranquen y “metan cabeza”, se quedan en algún aspecto bastante lejos de lo que deseaban.

Llevo meses dándole vueltas al tema del impacto de nuestro esfuerzo en nuestros resultados. Y, tras algunas lecturas, me he convencido de que el problema no está tanto en nuestra incapacidad para lograr lo que nos proponemos, sino en que, en el fondo y aunque no queramos reconocerlo, no dejamos de hacer aquello que nos lo está impidiendo.

Nada nuevo entra sin hacerle sitio, desterrando definitivamente lo viejo. La renovación no es posible desde las viejas actitudes. Como dice ese “haz diferente si esperas resultados diferentes”, que incluimos como cita chula en cada presentación, pero que nunca nos aplicamos del todo.

¿Crecer es sumar o restar?

Nos han enseñado que si queremos más de lo que sea (dinero, logros o felicidad) lo que tenemos es que hacer más. Pero ¿Qué pasa si la respuesta para obtener más de lo que queremos no es sumar, sino restar?

Yo me he convencido: Abandonar lo que no produce los resultados que deseamos es eficiencia, es beneficio, es foco. Es tiempo y salud para ti.

Y sé que cuesta.

Pero la ciencia lo avala. La evidencia apoya que, si queremos aumentar nuestra productividad y felicidad, lo que procede es hacer menos. Algo que muchos hemos descubierto durante los confinamientos.

Cuando dejas de hacer las cosas que te hacen sentir ocupado consumiendo tu energía, pero que no contribuyen a ninguno de los logros que buscas, te invade una sensación de “limpieza” que es tremendamente energética. Yo cada vez estoy más convencida de que la única manera de aliviar el estrés sin poner en peligro nuestros resultados, pasa por identificar qué no hacer.

Así que, parece buena idea ponerse en serio a probarlo.

Cómo identificar las acciones que impactan

Para saber cuánto influye en lo que quiero cada una de las cosas que hago, se trataría de, en lugar de considerar mis requisitos o necesidades para cumplir, identificar las trabas que me lo impiden. Pero no a boleo, sino de forma metódica y con datos en la mano.

Leyendo estos días he encontrado la metodología que voy a aplicar y que me gustaría compartir.

El ejercicio es simple. Parece que así es cómo funciona:

  • Paso 1: Toma un folio en horizontal y traza una línea que lo divida en dos partes.
  • Paso 2: Decide un área de tu vida o trabajo donde te gustaría tener mejores resultados y menos estrés.
  • Paso 3: En el lado izquierdo, haz una lista de las actividades que haces en esa área de tu trabajo o vida.
  • Paso 4: En el lado derecho, haz una lista de tus mayores «victorias» en esa área. Esos logros, grandes o pequeños, que te han hecho (a ti, y esto es importante) sentirte orgulloso y feliz. El método avisa de que esto puede ser difícil debido a lo poco acostumbrados que estamos a “celebrarnos”. Así que te anima a anotar cualquier resultado que hayas obtenido (ya sea una vez o repetidamente) que hayas sentido como positivo. Haciendo una lista de lo “que te viene”, sin juicios ni valoraciones. Ni propias, ni de terceros.
  • Paso 5: Y parece que aquí empieza la magia. Dibuja una flecha que conecte cada una de tus logros con la actividad o tarea que más se encargó de ese resultado.
  • Paso 6: El “momento revelación” llega cuando subrayas todas las actividades y tareas diarias en el lado izquierdo del papel de las que parten flechas. Son las “responsables” de tus resultados.
  • Paso 7: Mira lo que queda. Ahora nos queda claro meridiano qué es lo que “nos renta” y qué de que cosas deberíamos empezar a liberarnos, reduciéndolas a la mínima expresión o delegándolas en terceros.

En mi caso, he descubierto un montón de actividades a las que tengo que empezar a decir NO. Algunas previsibles, otras (y aquí encuentro la utilidad de este ejercicio) totalmente insospechadas.

Supongo que conseguir quitarlas de mi agenda será otra cuestión. No siempre es tan fácil decir que no.

Pero de momento, voy a probar con las más fáciles. A ver si así consigo rellenar este salto que a veces hay de mis ideas a mis resultados.

@vcnocito