Esta frase tan contundente es el título de un libro de Pilar Llácer que relata las distintas fases por las que pasa una persona desde que intuye que le van a despedir de su trabajo hasta que se ve definitivamente en su casa. Lamentablemente, con la situación derivada de la pandemia que estamos viviendo estos días, el título del libro es de máxima actualidad, pero incluso antes de la pandemia, quien más o quien menos ya intuía que iba a ser difícil jubilarse en su actual empresa, sea del sector que sea. Aquello de un empleo para toda la vida en el mismo sitio pasó a la historia, y ya todos tenemos conocidos que cuando cumplen una determinada edad se ven obligados a salir de mejor o peor manera, de su actual empresa. O gente que descubre demasiado tarde que su trabajo puede ser llevado a cabo por una máquina que encima no protesta y no se cansa nunca.

Así que efectivamente, te van a despedir, y si no lo sabías, pues date por enterado. Por supuesto hay infinitas casuísticas, casi diría que una por persona, pero en general verse sin trabajo es un palo, más aun si eres mayor de 50 años. La mayoría de la gente debe buscar otra manera de ganar un sueldo para terminar de pagar la hipoteca o pagar los estudios de los hijos. Así que ¿cómo debo prepararme para que ese momento del despido me sea lo más leve posible? Soy enemigo de los consejos grandilocuentes que te aseguran toda clase de éxitos porque si dieran resultado, el problema ya se habría extinguido. Pero sí que podemos hacer cosas desde mucho antes de perder el trabajo que nos ayudarán llegado el susodicho momento. Como decía un antiguo jefe que tuve, se trata de que el problema nos pille con los calzoncillos limpios.

Lo primero debe ser cuidar nuestra imagen en internet, o lo que es lo mismo, cuidar nuestra marca personal. Normalmente, quien parece un idiota en las redes sociales es también un idiota en la vida real. Hay gente que presume de tolerancia y de potenciar la diversidad en sus profesiones pero que luego escribe auténticas barbaridades en redes sociales acerca del equipo de futbol rival. La coherencia es una virtud que debemos practicar especialmente porque en internet todo se ve y todo se sabe.

Además, internet es el escaparate perfecto para demostrar al mundo nuestra experiencia y nuestra valía ante alguien que no nos conoce de nada como es nuestro futuro empleador. Por ejemplo, ¿por qué no escribir un blog sobre algo relacionado con nuestra profesión? No se trata de llegar a convertirse en un influencer, sino de poner a la vista de todo el mundo lo que sabemos de un determinado tema y que nos interesa lo suficiente como para dedicar un tiempo a contarlo y explicarlo.

El segundo aspecto clave es el de la formación. Puede parecer que eso es cosa de jóvenes becarios, pero nada más lejos de la realidad. Vivimos en un entorno VUCA (volatilidad, incertidumbre o uncertainity en inglés, complejidad y ambigüedad) en el que todo cambia vertiginosamente y tenemos que proveernos de las herramientas que nos permitan adaptarnos a esos cambios. Esa herramienta es precisamente la formación, pero debemos elegir bien en qué habilidades nos estamos formando, pensando en nuestras capacidades y en la demanda futura. Quizá un curso acelerado de filatelia no es la mejor elección para mantener nuestra empleabilidad.

Es decir, aunque suene un poco cenizo, mientras estamos trabajando deberíamos prepararnos para el momento en el que perdamos ese trabajo. En el mundo cambiante actual, quizá las dos habilidades más importantes que podemos tener son saber utilizar las redes sociales para demostrar lo buenos que somos y mantener la capacidad del aprendizaje constante, de desaprender y volver a aprender. Adelante con ello.