Encontrar la felicidad laboral es una especie de Santo Grial que todos buscamos en nuestra carrera profesional. Creo que la mayoría de la gente es razonablemente feliz en su trabajo, unos más y otros menos, no igual durante todas las semanas del año y no igual durante todos los años de la carrera laboral, pero sí razonablemente felices. No obstante, hay quien consigue ser absolutamente feliz con su profesión.
Y es que hay trabajos y trabajos. No tiene nada que ver el dedicarse a limpiar alcantarillas con el empleo de Ben Southhall, un caballero que consiguió un empleo de vigilante, bloguero y relaciones públicas de una paradisíaca isla del arrecife de coral australiano. Pero aun así, el bueno de Ben duró solo unos meses en su envidiado trabajo porque “le demandaba mucho tiempo” (y además cuenta que estuvo bastante fastidiado por la picadura de una medusa)
Es decir, incluso los trabajos aparentemente mejores pueden tener un lado oscuro. Porque obviamente el contenido del trabajo es importante a la hora de encontrar la felicidad laboral, pero es igual de importante o más las expectativas que nos creamos sobre él, el contexto que lo rodea (jefes, compañeros…) y los objetivos que nos marcan o nos marcamos.
También debemos ser conscientes que hay que poner algo de nuestra parte en esa búsqueda de la felicidad en la vida profesional porque siempre existe un lado malo o no tan atractivo como pueda parecer. Decía el filósofo griego Epitecto que no hay que pretender que las cosas sucedan como tú quieras, sino más bien querer que las cosas sucedan como suceden. Es decir, no es que haya que ser conformista y resignarse con todo, pero sí hay que tener un punto de realismo y objetividad para no esperar cosas imposibles de tu trabajo. Siempre va a haber malas noticias y cosas que no suceden como nos gustaría, pero en vez de quejarse y protestar hay que focalizarse en pensar qué podemos hacer para mejorar esa situación.
¿Dónde está la clave para encontrar la felicidad laboral? Dicen los expertos que en buscar algo que satisfaga de forma natural nuestras habilidades. Es decir, conocernos muy bien a nosotros mismos, identificar aquello en lo que somos realmente buenos y explotarlo en nuestro trabajo. Pero el entorno en el que trabajamos, nuestra empresa, también juega un papel muy importante. Lo primero siempre es tener un salario razonable por nuestro trabajo porque es obvio que todos trabajamos por dinero. Pero una vez alcanzado ese salario razonable, pierde peso como factor para llegar a la felicidad y laboral y empiezan a tomar importancia cosas como los beneficios sociales y las facilidades para la conciliación de la vida personal y profesional.
También es verdad que cada uno tenemos nuestras propias prioridades. No es lo mismo los aspectos más valorados por un recién graduado que los de un padre que tiene niños pequeños. Sin embargo, hay un denominador común en todos: La motivación y como consecuencia de ello la felicidad laboral llega cuando te consideras parte de un equipo que trabaja unido en búsqueda de un objetivo que compartes y con el que te identificas. Un equipo en el que se respeta la opinión de todo el mundo y donde todos los miembros se sienten importantes. Teniendo eso, la felicidad en el trabajo estará mucho más cerca.