Pertenezco al 7,4% de privilegiados españoles que, según el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo trabajó en 2018 al menos ocasionalmente desde casa. Pero nunca he estado casi un mes seguido (y lo que queda, me temo) trabajando desde fuera de la oficina, que es lo que me toca hacer ahora debido a esta maldita pandemia del COVID-19. Así que voy a aprovechar este artículo para contar, y ojalá que también intercambiar con vosotros, mis experiencias ante esta nueva forma de trabajar sin pretender dar ningún consejo porque creo que a cada uno le puede funcionar bien una cosa distinta (¿por qué quitarse el pijama para teletrabajar si con él estás más cómodo?)

Porque no tiene nada que ver lo que hacía yo de trabajar de vez en cuando desde casa con quedarte allí todos los días a todas horas. Yo solía trabajar en casa si tenía algún asunto personal que tratar (la típica tutoría del cole o visita del revisor del gas) o si tenía que concentrarme para terminar una tarea importante. Eso más que teletrabajo es flexibilidad laboral, y es estupendo. Pero me he dado cuenta de que, en contra de lo que muchos podrían creer, trabajar 40 horas a la semana no es Jauja.

En primer lugar, tengo muchas más reuniones (virtuales, claro) que cuando estaba en la oficina. Una charla informal en el pasillo o en la máquina de café se transforma en una reunión. Además, en una empresa grande como la mía, organizar una reunión llevaba su tiempito: reservar una sala en la aplicación, pensar a quien invitas porque la sala es pequeña… ahora que todo el mundo teletrabaja, todo eso está al alcance de un clic y da lo mismo convocar a 8 personas que a 80 así que, muchas reuniones a todas horas.

También trabajo más horas, porque no hay desplazarse a la oficina y porque, como estás en casa, es fácil que te den las tantas sentado delante del ordenador ya que no tienes la urgencia de salir del edificio para llegar a tiempo de hacer cualquier cosa en casa y también es fácil decir “acabo esto y lo dejo”… y resulta que lo acabas prácticamente a las 20:00

Otra conclusión: el teletrabajo es para estar solo en casa, o como mucho con otro adulto. Con niños pequeños es todo mucho más difícil. Puedes gestionarlo puntualmente con la ayuda de un pantalla electrónica de cualquier tamaño (teléfono, iPad, TV…) pero hacerlo de continuo es agotador. En realidad, la conclusión es que tu casa tiene que estar preparada para el teletrabajo.

Pero echo de menos la vida social de la oficina: el café con los compañeros, desconectar un rato a la hora de la comida o la charla insustancial de los lunes sobre la jornada futbolística del fin de semana los considero ahora un lujo impagable. De hecho, organizamos con los compañeros cafés virtuales en los que hablamos un rato de cualquier cosa que no sea el trabajo. Conclusión: hay que desconectar un poco también en casa.

Por último, mi trabajo no se ha resentido lo más mínimo por estar en casa. No hay nada que no pueda hacer por estar en casa en vez de en la oficina. Ciertamente no soy camarero, policía o mecánico de coches, pero si lo piensas, la tecnología permite que muchísimos profesionales puedan trabajar perfectamente desde su casa. El colegio de mis hijos mantiene una cierta normalidad gracias a sus herramientas de teleducación, avances en telemedicina permiten realizar al menos un primer diagnóstico en remoto y nos hemos dado cuenta de que hay poquísimas cosas que no podamos comprar por internet. Las empresas tienen que ser conscientes de esta nueva realidad y adaptarse tanto tecnológica como culturalmente para fomentar que sus empleados puedan trabajar remotamente.

En resumen, está muy bien esto de trabajar desde casa todo el tiempo, pero también es verdad que como decía al principio, no todo es Jauja…

¿Intercambiamos vivencias? ¿Cómo es vuestra experiencia con el teletrabajo?