Todos andamos enredados en actividades y tareas que ni nos gustan, ni nos rentan. Y que, desde luego, no contribuyen ni a nuestros objetivos ni a nuestra felicidad. Algunas son impepinables, pero sorprende descubrir lo fácil que es dejar de lado muchas otras.

Cuando, cada cierto tiempo, descubro que se me pasa el día sin parar de correr, pero sin avanzar en nada, me propongo identificar en qué pierdo el tiempo. Buscando gestionar trabajo y vida de modo más inteligente, para elegir ser más productiva, pero también para vivir más relajada.

Yo vivo lo de reorganizar mis prioridades y mis tareas, como lo de ordenar los armarios. Hay que pasar de la pena y tirar aquello que nunca te pones para hacer sitio a lo nuevo, hay que cambiar la forma en la que doblas la ropa… y hay que asumir que en 6 meses toca repetir el proceso. Así que, consciente de que, tarde o temprano se me escapará el control del reloj de nuevo, empiezo el proceso por cuestionar y calificar cada cosa que hago, separando lo que me aporta de lo que no.

Porque me niego a asumir que hacer muchas cosas sea sinónimo de hacerlas con estrés. Quiero que eficiencia y relax sean compatibles.  

Separar el grano de la paja nunca fue fácil. Todos identificamos al vuelo algunas cosas que, aunque nunca terminamos de dejar, deberíamos empezar a controlar. Entre ellas, algunas “actividades de la vida moderna” saltan a primera vista como auténticos ladrones de tiempo.

Como

  • Internet, el WhatsApp y las otras RRSS. A mí me gusta sentarme en el sillón con la tablet y surfear por la red, dejándome llevar a golpe de clic por todo aquello que me llama la atención. Me gusta, y me parece importante personal y profesionalmente, estar en las redes sociales y leer lo mucho bueno que se comparte en Twitter o en Linkedin. Sin embargo, me tiraría horas infinitas si no me propusiera poner coto al tiempo que les dedico. Desde luego, me he quitado las notificaciones y me marco unos momentos concretos. Me propongo no funcionar a salto de estímulo y sin límite de tiempo.
  • El no tener listas y no planificar una agenda. Creo en escribir las cosas, haciendo listas a corto a medio y a largo plazo. De cosas imprescindibles, de accesorias y de deseables. La clave para mí es categorizar las tareas en “cajones” igual que coloco en diferentes estantes la ropa de trabajar, la de andar por casa o la que uso solo en ocasiones especiales. Tener un plan del día y otro de la semana, que repesca lo que no entró en alguna jornada, me ayuda mucho.

Otros «cacos de mis horas» son más difíciles de identificar. Pero están ahí chupando minutos sin sumar nada a mi vida.

  • Las relaciones y actividades emocionalmente agotadoras, con personas negativas. Evidentemente no siempre puedo elegir con quien me relaciono, pero cuando me ordeno, decido elegir en quien me fijo. En lo que puedo, me propongo no comprometerme en actividades con ese tipo de personas que aportan poco y piden mucho. Si no puedo evitarlo, aplico mi “mindfullnes inverso” que no es otra cosa que taparme la nariz y poner el mínimo de atención, borrando de mi cabeza el máximo en cuanto acabe la interacción. La energía negativa consume minutos en directo y en diferido, porque tardo en “despejar” los pensamientos que deja como poso. Así que me propongo soltar todo el lastre que puedo.
  • La ansiedad y la preocupación por cosas que no dependen de mí. Dedicar tiempo a dejar de darle mil vueltas a las cosas es un propósito de vida. Sé bien que los círculos no hacen avanzar y que la línea recta sigue siendo la distancia más corta entre dos puntos. Elucubrar menos y hacer más es entonces mi objetivo. Dejar de planificar los “y si”, dejar de lamentarme por los errores cometidos, dejar el pasado en el pasado y sacar el futuro improbable de mis prioridades. Elijo concentrarme en lo que aprendí, en lo que requiere mi acción.
  • La atención a lo que hacen o dicen los demás. Me gusta inspirarme en lo que hace y comparte la gente que me gusta. Pero me he dado cuenta de que, cuando no extraigo lo que me aplica, cuando no personalizo mi librillo, desperdicio tiempo y esfuerzos. Es genial mirar alrededor, pero recuperar el control de mi tiempo requiere también una miradita hacia dentro. Requiere hacer cosas por y para mi. Incorporando eso que me gusta hacer pero que postergo una y otra vez por falta de tiempo. Me propongo dedicarme un tiempo cada día para ello. Porque cuando incluyo en el día algo que me gusta, estoy feliz, concentrada y energética el resto del día. Y eso es lo que persigo.

¿Algunas de estas cosas son pérdida de tiempo para ti?

Ojalá haberlas compartido te ayude a aprovechar mejor tu tiempo. Ese ha sido mi propósito.

@vcnocito