Por una vez y sin que sirva de precedente, no comparto lo que mi amiga Virginia expone en su anterior artículo sobre si es más importante “Ganar” o “las formas”. Sí coincido con ella en que el mundo del futbol, un deporte que cada vez es menos deporte y más negocio, nos ofrece buenos ejemplos de gestión de recursos que pueden ser extrapolados a cualquier otra empresa y dan mucho juego para buenos debates.

Vamos al grano. El despido del seleccionador español de fútbol Julen Lopetegui sólo dos días antes de arrancar el Mundial, que Virginia ve como un ejercicio de ética, dignidad, y de triunfo de las formas sobre los resultados, me parece a mí un excelente ejemplo de como el ego personal de los directivos prevalece sobre el bien común del equipo, llevando a tomar decisiones que perjudicarán manifiestamente al grupo solo por mantener ese ego en lo más alto y demostrar que el directivo de turno es el macho alfa de la manada. Un liderazgo mal entendido

Repasemos los hechos. El seleccionador Julen Lopetegui comunica a su jefe, el presidente de la Federación Española de Futbol Luis Rubiales, que ha firmado un contrato con el Real Madrid para incorporarse al club a la finalización del Mundial. Nada que no hayamos hecho todos alguna vez: Lopetegui busca un sueldo mayor en una empresa teóricamente más grande y con más proyección internacional (no olvidemos que en el momento del fichaje el Real Madrid es el vigente campeón de Europa y del mundo de clubs). Podemos discutir la idoneidad del momento del anuncio justo antes del comienzo del Mundial (aunque yo pienso que estuvo bien para evitar rumores y distracciones) y entiendo el enfado del Presidente de la Federación, que había renovado el contrato del seleccionador unos pocos días antes, mostrándole así su confianza.

A partir de ahí, el desastre. El jefe, herido en su orgullo personal, toma una decisión que evidentemente no va a beneficiar al grupo: despedir fulminantemente al seleccionador solo dos días antes de empezar, en contra de la opinión de los propios jugadores, y poner en su lugar a una persona con muy poca experiencia dirigiendo a un equipo de futbol (solo una temporada en Segunda División y con poco éxito). Es como si tú avisas a tu jefe con la antelación que marca la ley de que cambias de empresa y él te dice que salgas por la puerta y no vuelvas más, prescindiendo de la oportunidad de que cierres los temas más inmediatos en los que estuvieras trabajando o de la posibilidad de hacer un traspaso de conocimientos adecuado a tu sustituto. La excusa, palabras grandilocuentes como dignidad o valores. La realidad, la aplicación mal entendida del concepto de autoridad, del aquí mando yo y punto, del ego del jefe.

El resultado no puede sorprender a nadie. España, 10º clasificada en el ranking FIFA, eliminada en la ronda de octavos de final ante Rusia, que ocupaba el puesto 70º de ese mismo ranking. Discusiones futboleras al margen, la moraleja de esta historia es que lo más importante en una empresa debe ser el bien común y  tomar las decisiones que más favorezcan al conjunto de todos, por supuesto siempre respetando escrupulosamente la legalidad, aunque el cuerpo te pida ir por otro camino. Y lo que sucede muchas veces es justo lo contrario, que se toman decisiones buscando beneficios o intereses personales, anteponiéndolos a los del grupo. Cuántas veces un nuevo director echa por tierra toda la estrategia del anterior director solo por dejar su huella, sin pararse apenas a pensar qué cosas se hacían bien o mal, o cuantas veces se gasta un presupuesto en algo inútil con el único fin de que no pase al departamento de al lado que posiblemente sí lo necesita, o cuantos proyectos no se cierran solo porque vienen de una idea del jefe, aunque salte a la vista que no son rentables. Innumerables ejemplos en todas las empresas.

Cierro este post “deportivo” con una referencia a un artículo  de Pau Gasol en Expansion (una persona que me parece muy interesante, por cierto). Decía que vivimos en un mundo de liderazgos mal entendidos, en el que liderazgo es un concepto de moda que sirve de reclamo para masters o conferencias. La clave del liderazgo sin embargo es ganarse el respeto de los demás y usar de manera inteligente la autoridad sin caer en el autoritarismo. El líder no es el tirano que impone su ley sino que es aquel que fomenta la comunicación y entendimiento entre líder y equipo. Decía también Gasol que de su experiencia en la élite del baloncesto profesional, había aprendido que el secreto de un líder es la capacidad de gestionar a su equipo, cada uno con sus ambiciones y sus egos, y anteponer la justicia, los valores de ese equipo y el bien común al individual.

Totalmente de acuerdo con él.