Y continuamos con la saga… Hoy le toca al “jefe indeciso”. Para mí, pocas cosas hay más desesperantes que la indecisión, la verdad. Y no es que sea yo de las que me tiro a la piscina sin ningún argumento o datos en los que apoyarme; no suelo moverme por corazonadas. Pero las decisiones hay que tomarlas, y tomarlas cuando toca si no queremos que se nos pase el arroz.

El jefe indeciso requiere poca presentación: es aquel al que le ofreces cualquier propuesta y siempre te manda a corrales con tal de no asumir la responsabilidad de seguir adelante.

Un jefe indeciso puede conseguir volver locos a sus colaboradores:

  • Nunca tendrás claro lo que tienes que hacer ni una dirección marcada. Para sacar adelante cualquier proyecto tu jefe te pedirá cantidades ingentes de datos sobre los que apoyarlo. Y cuando los hayas obtenido pedirá más, porque siempre quedan resquicios y no quiere asumir ningún riesgo. Y cuando los tengas listos pedirá más aún, hasta enterrarte con ellos. Cuantos más datos, más dudas le surgirán, claro; y añadirá otro problema que es el de poner en valor la información: cuando tenemos demasiados datos hay que saber separar el grano de la paja. El proyecto se acabará convirtiendo en la búsqueda del dato en sí misma, y nunca se terminará. Para cuando el jefe indeciso quiera decidir, se habrá perdido la ventana de oportunidad.
  • De cada reunión que tengas con tu jefe saldrás más desorientado de lo que entraste. Te trasladará todas sus dudas e inseguridades, y a medida que vayas argumentando para tapar agujeros, surgirán otros. Si se le acaban los agujeros en ese momento tampoco decidirá. Lo normal es que te emplace a una nueva reunión para que podáis reflexionar un poco más sobre el asunto.

Tener un jefe indeciso puede repercutir en tu productividad, porque a fin de cuentas a ti también te miden por los proyectos que concluyes, y lo que es más grave, repercutirá sobre todo en la opinión que otros tienen sobre tu trabajo. Dañará tu reputación. A los ojos de muchos, serás tú el que no avanza, el que no tira de los proyectos, porque simplemente verán desde fuera que aquello no sigue adelante.

Y llegados a este punto, ¿qué es lo que puedes hacer? Aquí la respuesta me parece harto compleja, porque lo primero que habría que conocer son los motivos que tiene tu jefe para no decidir. Que no le gusta el riesgo está claro, pero hay que ver cuáles son sus miedos o el trasfondo y tratar de actuar en consecuencia. Quizá la respuesta es tan fácil como que su superior es de los que no consienten errores, y eso le paraliza; o puede ser que tampoco le exijan arriba lo suficiente y simplemente se ha decantado por la opción de entretenerse mariposeando.

Si estamos en el segundo caso, en el de que en tu jefe ha decidido mariposear una temporada, yo probaría lo siguiente:

  • Trata de tomar tú el control de la situación. Te va a tocar hacer su trabajo además del tuyo, pero si crees en el proyecto es una oportunidad para lucirte. A tu jefe le estarás descargando de tareas que le resultan ingratas, pero a la vez podrás seguramente hacer contactos y moverte en foros en los que habitualmente no entras. Ofrécele ayuda y pídele que delegue en ti aunque sea de modo informal para avanzar. Preséntale los logros, eso sí, y hazle partícipe, no sea que le enfades más de la cuenta en el proceso.

Si por el contrario tu empresa es de las que no consiente errores, mucho cuidado. Aquí mi propuesta sería más bien otra:

  • Protégete y cuida de ti mismo. No es recomendable que trates de suplir a tu jefe, porque seguro que no te va a secundar en ningún caso ni actuará como paraguas si se viene encima una tormenta. Trata de buscar aliados en otras áreas, y si lo ves muy negro, busca otro lugar en el que desarrollarte. Protege tu imagen, porque lo que van a percibir desde otros ámbitos es que tú no eres capaz de avanzar, bien por vago, o bien por incapacidad, y eso minará tu futuro. NO te lo puedes permitir.