De vez en cuando lo pensamos, le damos vueltas en la cabeza, pero es que nos cuesta mucho tomar la decisión de cambiar. Los cambios son incertidumbre, y ese no saber lo que va a pasar nos tira para atrás a los humanos. Esperamos otra temporada. Volvemos a esperar… ¿Me estaré precipitando? Quizá si espero un poco más, a que acabe el proyecto, a que se vaya mi jefe, a que asciendan a Paquito, y entonces yo….
No pretendo dar lecciones de vida a nadie, pero creo que hay momentos en los que es obligado tomar las riendas y hay que dar un paso adelante. Y también creo que es mejor dar el paso uno mismo que dejarse arrastrar por la corriente, que en ese caso nosotros no elegimos nada, y probablemente lo que nos den hecho nos guste poco. Otros se habrán encargado de elegir: por ellos y por nosotros. Y aunque no siempre es sencillo identificar ese momento, os dejo unos cuantos puntos que quizá os sirvan de referencia o de detonante. A ver qué os parecen:
Cuando no te reconoces en los proyectos en los que trabajas
No consigues involucrarte en los proyectos, ni personalmente, ni reflejando tus conocimientos. Cuando tu margen de maniobra es prácticamente nulo y te limitas a ejecutar las tareas que ha diseñado otro de principio a fin, sin poder imprimirles ningún toque personal, llega el momento en que la tarea deja de importarte absolutamente. Y si deja de importarte, malo, malísimo, porque es seguro que la calidad de la misma se verá resentida. ¿Te pasa eso en todos los proyectos? Quizá sea buen momento para pensar en un cambio que te permita aportar más.
Cuando tu jefe no te inspira
Un jefe, el tuyo, debería ser siempre un referente. Es el líder más cercano que tienes en la empresa, y como tal debería ser alguien que te motive y de quien sientas que tienes cosas que aprender… ya sea en el ámbito técnico, y sobre todo en el ámbito de la gestión. Si sientes que tu jefe no te enseña nada puede ser buen momento para buscar otro.
Cuando no aprendes nada nuevo y cada día es “el día de la marmota”
Ya en alguna otra ocasión he hecho referencia a lo importante que es el reciclaje de conocimientos, y a que un buen profesional debe estar dispuesto a seguir aprendiendo durante toda su vida. Cambian las tecnologías, cambian los productos, cambian las formas de hacer, y tú también tienes que estar dispuesto siempre a cambiar y a aprender. El primer interesado en aprender debes ser tú si quieres ser valioso en la empresa a la par que divertirte. Porque aprender es divertido y gratificante, ¿o no? Y si además no estás aprendiendo nada nuevo, lee el siguiente punto y échate a temblar.
Cuando reflexionas, y ves que estás perdiendo atractivo en el mercado
Porque está muy bien que tu trabajes en Sistemas de la Información, en Márketing de Producto, o en Ventas, como título en una tarjeta. Pero si resulta que lo que realmente haces es resolver incidencias de una aplicación que se usa exclusivamente en tu empresa, te dedicas a vender algo en un mercado cerrado, o todo el márketing que practicas se limita a elegir el pantone de algún logo, quizá tu trabajo resulte poco atractivo para quien lo mira desde fuera. Vamos, que si realmente tuvieras que explicar cuál es tu cometido en el día a día en una entrevista de trabajo, exhalarías muy poco glamour. ¿Se lleva lo que tú haces actualmente por ahí fuera? Echa un vistazo a los anuncios del periódico o en unos cuántos portales en Internet, y cuantifica las ofertas en las que podrías encajar. Quizá te lleves un disgusto.
Cuando tu jefe no te valora
Es muy obvio que no estamos en un sitio adecuado si nuestro jefe no nos valora. Sentir que no somos valiosos para quien tiene que juzgar nuestro trabajo conseguirá minar nuestra autoestima día a día. Y si no es ese el caso, aunque tu autoestima siga firme por el hecho de que nosotros no tengamos a nuestro jefe como un referente y nos importe poco su opinión, hay que tener en cuenta que muchas de nuestras oportunidades de crecimiento están directamente en sus manos, y que de lo que él reporte sobre nosotros seguramente penden nuestros incentivos económicos y nuestra proyección. Si tu jefe no te valora, ¿a qué esperas?