He leído un estupendo post  en el blog https://empresas.blogthinkbig.com/ en el que se analizan los factores que condicionan el éxito o el fracaso de las startups. Dicho post comienza con la frase inicial de Ana Karenina, la famosa obra de Tolstoi, que dice “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”. Esta frase da pie al llamado “principio de Ana Karenina, que viene a decir que en la mayoría de las iniciativas o eventos, para alcanzar el éxito hay una cadena de cosas que deben salir bien. Si solo una de ellas falla, la iniciativa fracasa sin remisión. Lo decía también muchos siglos antes Aristóteles: “Los buenos lo son de un único modo, y de todos los modos los malos”.

Esto me ha llevado a pensar en los motivos por los que unas personas alcanzan el éxito profesional mientras que muchas otras fracasan y en la cadena de cosas que tienen que ir bien para poder llegar a ese éxito ya que, según ese principio de Anna Karenina, todas las personas exitosas se parecen entre ellas mientras que entre las que fracasan, cada una lo hace por un motivo distinto.

Empecemos por lo fácil: el primer factor para alcanzar el éxito profesional es la suerte o, mejor dicho, la ausencia de mala suerte. Unos amigos invirtieron sus ahorros en montar un restaurante en un local muy céntrico que reformaron con mucho gusto para crear una propuesta de cena con espectáculo atractiva e innovadora. Tres meses después de la inauguración, la primera ola de COVID 19 les obligó a cerrar el restaurante durante semanas y las restricciones posteriores terminaron de condenar al fracaso una buena idea nacida de personas muy capaces. Es un ejemplo de cómo por mucho que te empeñes, la mala suerte puede echar por tierra todo ese empeño, te pongas como te pongas.

Otro factor clave a mi juicio es la determinación por conseguir el éxito. Las personas exitosas laboralmente que conozco claramente querían llegar a serlo, y estaban dispuestas a sacrificar lo que fuera para conseguirlo. Todo depende también de lo que cada uno considere “éxito profesional”, pero en el sentido tradicional de alcanzar un puesto de responsabilidad, es fundamental querer conseguirlo, postularse para ello y hacer lo necesario en cada momento para llegar al objetivo marcado.

En tercer lugar, una cualidad fundamental para alcanzar el éxito en tu trabajo es la capacidad de adaptación a los cambios. Un día aparece en la oficina un joven becario que habla varios idiomas y está dispuesto a ganar la mitad que tú, otro día te cambian de funciones en la empresa… en resumen, cambios y más cambios. Cómo te afecten dependerá de cómo te hayas preparado para ello. Quizá no tengas un inglés tan perfecto como el del becario pero al menos debes haber trabajado para ser capaz de mantener una conversación, o no sabrás lo último de marketing digital pero sí debes tener una noción sobre redes sociales o seguridad de la información. Es decir, la formación continua y las actitudes y aptitudes digitales de una persona son palancas claves para alcanzar el éxito profesional.

No nos olvidemos de la importancia de mantener al día tu red de contactos. No me refiero a tener padrino, influencias o enchufe (¿por qué habrá tantos sinónimos en español para esto de conseguir un puesto no necesariamente por tu valía?). Me refiero a lo que en inglés se llama más elegantemente “networking”: asegurarte de ser conocido, contar con las personas adecuadas para cada proyecto, acercarte a gente que puede ayudarte no buscando el interés propio sino el mutuo beneficio… sin una buena red de contactos profesionales, es muy difícil conseguir el éxito.

Probablemente haya más factores a tener en cuenta, pero estos cuatro son a mi juicio los principales para cumplir con el principio de Ana Karenina aplicado al éxito en el trabajo. Desde luego, no conozco a nadie que considere exitoso profesionalmente que no cumpla los cuatro…