¿Eres incapaz de gestionar tu semana?¿Tu agenda muerde?¿Ni un hueco a la vista?¿Eres de los que vives en un caos continuo y con la sensación de no llegar a nada? Quizá sea bueno que te pares un rato, respires hondo, y sobre todo que pienses. Sí; piensa…. Porque o bien eres un ejecutivo de muy altos vuelos, o quizá resulta que tu problema es tan sencillo como que no sabes gestionar tu tiempo ni tus prioridades.
En fin, que si eres de esos que vive continuamente como si fuera un cirujano en un quirófano tras una catástrofe natural, quizá debas replantearte que algo no haces bien. Y deberías replanteártelo por varios motivos:
- El primero, tu salud.… que un poco de presión está bien, y al menos yo la necesito para trabajar. Pero vivir de continuo con el nivel de estrés de un pavo en Navidad te acabará minando
- El segundo, tu rendimiento. Porque la presión no nos deja pensar; y si no pensamos seguro que acabamos siendo improductivos y cometemos más errores de la cuenta, que posiblemente nos hagan tener que repetir trabajo.
- Y el tercero, tu felicidad. Porque seguro que no eres capaz de dedicarle todo el tiempo necesario a cosas tan importantes como tomarte un café con un compañero, a formarte, o a planificar tu carrera profesional. ¿O sí?
¿Y qué es lo que no haces bien?¿Por qué tanta presión?¿Por qué tanto desorden? Quizá esas son las primeras preguntas que debas hacerte si quieres encontrar tu problema. Y digo TU problema, porque las respuestas a estas preguntas pueden ser de muy diversa índole y por ende también tendrán soluciones dispares. ¡¡Analízalo!!
Si quieres solucionarlo de veras no busques escusas. No vale escudarse en «el tirano de mi jefe», en «las múltiples reuniones», «la cantidad de proyectos»…….. Algo puedes hacer seguro, y en todos los casos va a pasar por el mismo flujo:
PIENSA – PRIORIZA -DI QUE NO
PIENSA – ¿Cuál es tu problema? ¿Son las reuniones? ¿Es la cantidad de proyectos que tienes entre manos?¿Es tu jefe el que te transmite la presión?
PRIORIZA – Decide el lunes por la mañana a qué reuniones vas a ir y a cuáles no. Seguro que habrá varias de las que te valdrá tener el resumen, o a las que te habrán convocado sin necesidad. Descártalas.
Si tu problema es que llevas demasiados proyectos, decide cuáles son los más importantes y céntrate en ellos. Descarta los que sean accesorios, que posiblemente encuentres alguno de ese tipo. Posiblemente algunas de las decisiones no las puedas tomar tú solo y necesites consensuarlas con tu jefe, pero digo yo, que para eso está. Explícale la situación y pídele que te priorice el trabajo hasta que llegues a un acuerdo con él. Será lo mejor. Y si no se aviene a razones, que también puede pasar, y decide no quitarte ningún proyecto de encima ni prestarte más recursos, aclara con él la calidad del trabajo que entregarás, porque todos los proyectos pueden llevar más o menos tiempo según la calidad del entregable, claro.
DI QUE NO – Ya, ya sé que es difícil decir que no. Es muy duro dar ese primer paso; pero también puedo asegurar por experiencia que es absolutamente liberador, y que la segunda vez te costará mucho menos que la primera.
Decir que no vas a una reunión porque tu participación no es crítica, o porque no está convocada en tiempo y forma te descargará; pero además de eso sirve para educar a nuestros compañeros y hacerles notar que «no todo vale», y que tú también estableces normas y criterios.
Decir que no a nuevos proyectos, o a proyectos que no son críticos es sano, y te permitirá centrarte en lo importante. Concentrará tu productividad allá donde realmente se necesita.
Decir que no a tu jefe…. Lo sé, no es fácil. Pero digo yo que todo se puede hablar y si los argumentos lo sostienen, al menos hay que intentarlo. Piensa que tus prioridades en el trabajo deberían estar alineadas con las suyas; negocia y pídele que te marque el camino crítico, que para eso está. Seguro que podéis llegar a un acuerdo, ¿o no?