¿Por qué cuesta tanto decir “No lo sé” en el trabajo?. Parece que somos capaces de apuntanos a un sí o un no sin tener ni pajorera idea, pero temblamos como una hoja ante la posibilidad de que nos hagan una pregunta que no sepamos contestar.

Sirva como reflexión un experimento hecho con escolares británicos de primaria a los que se presentaba este texto: “Mary va a la playa con su madre y su hermano. Viajan en un coche rojo. En la playa nadan, juegan en la arena y almuerzan unos sándwiches.” Dos preguntas: ¿De qué color era el coche? y ¿Tomaron limonada en el almuerzo?. Como era de esperar, casi todos los niños repondieron correctamente a lo del coche… pero ¡increíblemente 3 de cada 4 niños respondieron a la segunda pregunta con un sí o un no!. Sólo uno de cada cuatro escolares admitió no tener ni la más remota idea. ¿Qué les llevó a elegir sin dudar entre sí o no a una pregunta que no tenía respuesta? Supongo que el coste de quedar como supuestos ignorantes. Y en eso, crecer no es mejorar….¿Os habéis fijado que ni siquiera los grandes expertos en lo que sea y los pretendidos gurús se atreven a hacerlo? Jamás he oido a ninguno responder a ninguna pregunta con un “No lo sé”.

Pues señores, lamento informar que son muchas las veces en las que te hacen preguntas para las que no tienes respuesta. Muchas veces porque ni has caído, otras porque no fuiste capaz de reunir información suficiente, a veces es porque ni siquiera existe… pero da igual, aún así tú te sientes obligado a saberlo. Y respondes cualquier cosa con tal de no admitir tu “supuesta” ignorancia, falta de control o despiste.

Admitir no saber ante los compañeros cuesta. Hacerlo ante el jefe, cuesta aún más. Pero contestar con un “no lo sé” al jefe de tu jefe o hacerlo en una reunión con otras áreas o con clientes puede hacerte merecedor del garrote vil. ¿Es razonable no poder admitir que no eres infalible y que no lo tienes todo aboslutamente todo controlado?

Creo que sólo podremos liberarnos de esta obligación de estar en perfecto estado de revista y comenzar a utilizar el “no lo sé” como elemento liberador cuando entendamos por qué nos cuesta tanto hacerlo. Y supongo que la respuesta es sencilla. No renta. Sorprendentemente, resulta que en la mayoría de las empresas, el coste de decir “no lo sé” es más elevado que el coste de equivocarse. Por tanto, cada vez que una persona simula saber algo, lo que hace es protegerse a sí misma, caiga quien caiga. Porque nadie quiere correr el riesgo de parecer estúpido o de ser pillado en un renuncio al reconocer que no sabe una respuesta.

Yo confieso que soy de “no lo sé” fácil. Será porque tengo poco sentido del ridículo. O porque me siento más insegura mintiendo que diciendo la verdad, aunque sea más fea. O porque lo de la presión social me afecta en su justa medida. Pero confieso que alguna bronca de mis jefes me he llevado por admitir que algo se me había escapado.

Lo cierto es que para mí la carga emocional de un “no lo sé” es tremendamente positiva. Lo admiro cuando lo escucho con naturalidad en otros. Tal vez porque supongo que denota sinceridad, valentía y sobre todo humildad y espacio para aprender. No en vano, las personas que más admiro son aquellas que reconocen que todavía les queda mucho por aprender. Porque trabajan desde la humildad, arrastrados por su propia curiosidad, el camino del conocimiento.

Sin embargo, no puedo dejar de admitir que un “no lo sé” no tiene el mismo valor para todos. Y que determinadas personas lo ven justo al contrario. Como un exponente de debilidad, de inseguridad, de ineptitud me atrevería a decir. Como la respuesta que corresponde a quienes no dan la talla.

¿Y quién tiene más razón?. No lo sé 🙂

Pero me da igual, porque lo verdaderamente importante es que mientras no puedas reconocer lo que todavía no sabes, será prácticamente imposible que aprendas lo que necesitas saber. Y que el mundo no se ha construido a base de síes y de noes, así que hacen falta personas suficientemente honestas y valientes como para decir “no lo sé” y seguir buscando la respuesta correcta.

Así que el próximo día que un jefe nos haga una pregunta cuya respuesta desconozcamos os propongo sustituir el “no lo sé” por un “ni idea, pero qué buena pregunta… ¡me comprometo a buscarle respuesta! Y por cierto ¿tú cómo lo ves?”
Gol por la escuadra 🙂

@vcnocito