Hace unos días presencié en vivo y en directo la actuación de un servicio de urgencias médicas en combinación con el dispositivo de seguridad en una empresa, y tras meditar sobre ello, he de decir que me quedé absolutamente impresionada. Cuando un equipo de este tipo se pone en marcha, es como si estuvieras viendo la maquinaria de un reloj de esos carísimos, donde cada una de las piezas tiene su papel y los engranajes están perfectamente conectados entre sí…
Es cuasi-mágico ver a 25 personas corriendo simultáneamente, cada una en la dirección adecuada y ejecutando con precisión la tarea que les toca, coordinados y con total profesionalidad; sin despeinarse. Uno da la alarma, otros despejan el camino, otros corren hacia el enfermo, se valora la gravedad, se prepara el traslado… se actúa, se cura, se informa, y todavía hay tiempo y buen humor para atender a los familiares, y jugar con el paciente restablecido, (un niño), y su hermana.
Pero no: esto DE MÁGICO NO TIENE NADA…
Tras una sesuda reflexión concluyo que detrás de una actuación impoluta, lo que hay es un buen equipo con su cometido muy claro, y un proceso muy bien armado, y justo esto es lo que quiero remarcar. Cuando una puesta en escena nos parece tan fácil y tan obvia, en general no es por casualidad, sino porque detrás de la misma hay mucho trabajo y esfuerzo, aunque no lo percibamos a primera vista:
Hay un importantísimo trabajo de análisis de casuísticas posibles, y para dar solución a cada una de ellas, un procedimiento escrito y detallado. Para que todo funcione bien no pueden quedar cabos sueltos ni situaciones ante las que se produzca un bloqueo por no estar bien definidas.
Hay un trabajo ingente de comunicación al equipo que ha de poner en escena esa operativa o procedimiento. Tienen que asimilarla, y ser capaces de ejecutarla sin pensar, y eso no se consigue de un día para otro.
Hay un trabajo continuo de revisión y mejora…
Y este proceso tan pulido y que nos impacta tanto referido a unas urgencias médicas, realmente es lo mismo que debemos hacer desde márketing cuando vamos a lanzar un nuevo producto al mercado. Pensemos en el producto no sólo como en la “cosa” que vendemos… La puesta en escena es también parte del producto; de hecho es una parte tan fundamental, que los fallos en el canal, en el soporte, la posventa o la comunicación pueden dar al traste con esa fantástica “cosa”. El éxito de esas cosas que parecen tan fáciles, en realidad es fruto de mucho trabajo y mucha abstracción. Conseguir que lo complejo parezca sencillo es todo un arte: el arte de no dejar ningún cabo suelto.