En inglés se llaman HIPPOs, y no son esos animales grandotes que están todo el tiempo refrescándose en el agua y que no tienen apenas enemigos naturales. HIPPO es el acrónimo de Highest Paid Person Opinion, o dicho en castellano, la opinión de la persona mejor pagada, y en realidad sí que se da un aire al hipopótamo.

A mí me ha pasado muchas veces, no sé si a vosotros también: asistir a una reunión donde estaba también una persona de con una jerarquía más alta que el resto, un directivo digamos. Otro asistente que probablemente quiere lucirse delante del jefe inicia una exposición detallada del tema de la reunión, mostrando orgulloso un montón de transparencias de Power Point. Alguien expone otro punto de vista diferente. El que había arrancado la reunión lo refuta vehemente.

Pasados unos minutos, el jefe se hace la composición de lugar, y, por qué no decirlo también, se aburre un poco. Entonces es cuando entra en la reunión el HIPPO: La opinión del jefe. Y cuantas y cuantas veces el debate acaba ahí. Alguna tímida contestación por aquí, alguna ligerísima corrección a una apreciación del jefe por allá, y la mayoría de los asistentes a la reunión ni vuelve a abrir la boca. El HIPPO acabó con la reunión en cuestión de segundos. La opinión del jefe es la válida, la única. No es una opinión sino LA opinión. ¿Alguna vez habéis visto a alguien que ha entrado a una reunión con una idea clara y ha salido de ella defendiendo a ultranza la idea contraria? Yo sí. Es el efecto del paso del HIPPO.

Siempre he pensado que los directivos llegan a ser directivos porque tienen unas cualidades que no todo el mundo tiene: Ambición, saber poner en valor los logros personales, priorizar sus esfuerzos en aquello que tiene más relevancia… unidos a capacidad de trabajo, experiencia y formación. Tiene mérito llegar a ser un cargo importante en una empresa, y por tanto hay que tener en cuenta la opinión de esas personas, porque además desde arriba ven una perspectiva de las cosas diferente a la que ves tú desde abajo y tienen información que tú no tienes y que muchas veces les permite tomar decisiones más acertadas. Pero desde luego no siempre tienen la razón, en especial cuando el directivo opina de temas tácticos, muy del día a día, en donde precisamente la visión de la persona que está todo el tiempo peleándose con el tema en cuestión desde abajo es la buena.

Un gran jefe, un HIPPO, suele ser una persona muy segura de sí mismo con ideas muy claras, que no acepta que le lleven la contraria. Y creo que una persona de esas características es necesaria en cualquier organización, alguien que tome decisiones firmes. Pero eso no quiere decir que siempre la persona con más jerarquía tenga la razón, así que hay que saber debatir con el HIPPO. En primer lugar, no hay que tener miedo a expresar tu opinión en una reunión, naturalmente siempre con respeto y educación. Sólo en las películas americanas despiden a alguien fulminantemente por opinar diferente que un jefe.

Aunque yo creo que el secreto es no parecer que le estás llevando la contraria, darle razón en una parte pero no en otra parte, el sí pero no. Y sobre todo, tener datos neutrales e irrefutables que respalden tu postura. Opiniones de clientes, estadísticas… datos y experiencias que justifiquen tus ideas, planteándolo preferentemente como un complemento a lo que está exponiendo el jefe y no como un rechazo frontal. Es probable que tengas más posibilidades de éxito si expones estas nuevas ideas al HIPPO en privado que si lo haces en mitad de la reunión con más personas. Si algo suele fastidiar a un HIPPO es que le lleven la contraria en público… pero lo que no debemos hacer es callarnos y dar la razón sin más al jefe. Eso es un error, que pasa a ser un error grave si quien se pliega sin rechistar a las decisiones del alto directivo es un mando intermedio que ha defendido una postura ante su equipo y al poco tiempo defiende con vehemencia la postura contraria. Esto causa una absoluta pérdida de credibilidad por parte del equipo.

La mayoría de las veces no hay nada que hacer. El jefe no atiende a razones y se acaba haciendo lo que él quería. Aun así, creo que el debate en la empresa es fundamental para que ésta evolucione y no caiga en el inmovilismo. Hay que intentarlo al menos, cada uno en su papel…