Reconozco que no he leído pero que procuraré leer lo antes que pueda el libro “100 trucos para parecer inteligente en las reuniones” de la humorista Sarah Cooper. Las reseñas y pinceladas que he visto me parecen muy divertidas y hacen que el libro tenga una pinta estupenda, especialmente para personas como yo que nos pasamos media vida laboral reunido y que de forma casi instintiva termina cualquier conversación familiar o de amigos con las consabidas coletillas de las reuniones de “a ver, siguientes pasos”, un “vale, le damos una vuelta y te digo algo” o un “Antes de darte el ok, esto tengo que escalarlo” (a tu mujer se supone). Ahora que están volviendo las reuniones presenciales, vuelven esas reuniones aburridas a las que te interesa muy poco asistir, pero en las que tienes que estar por n motivos. Te invade el aburrimiento, el tedio, el sopor y no puedes apagar la cámara del ordenador para disimularlo… pero eres un profesional y hay que dar el callo. Ahí es donde son útiles las recomendaciones, en tono de humor, de Sarah Cooper.

Por ejemplo, hacer como que tomas notas, de cualquier cosa que se dice sin distinción. Buen truco, más ahora que la gente se lleva el portátil a las reuniones. Te permite aprovechar la reunión para escribir ese correo que tienes pendiente para el profe de tus hijos, y si lo haces con cara de interés, encima parece que estás sacando todo el jugo posible a la reunión. Otro truco es repetir muy despacio lo último que ha dicho tu interlocutor, como si estuvieras interiorizando bien sus palabras, aunque en realidad estés simplemente ganando tiempo para que tu cerebro piense algo coherente que decir porque te has perdido media reunión pensando como se habrá hecho ese desconchón en la pared de la sala de reuniones.

Más trucos: pedir al que hace la presentación que pase una diapositiva para atrás… parece que quieres llamar la atención sobre algo importante que se ha quedado en el olvido, pero no, de nuevo el desconchón de la pared te ha hecho perderte lo que estaba diciendo el presentador. Y un último truco: incorporar algún dicho o analogía, pero a mi me parece aun mejor incorporar algún palabro inglés, del tipo “vamos a hacer challenge al proveedor”, o “vamos a comprobar nuestro background en este tema”.

Luego en toda reunión hay gente con alma de tertuliano que es capaz de hablar en cualquier reunión, da igual de lo que trate, entiendo que como representación máxima de la inteligencia. Yo que comulgo con aquello de “más vale callar y arriesgarse a que te tomen por tonto que hablar y despejar todas las dudas” admiro a esas personas con el don de tener algo que decir siempre. Obviamente si estás invitado a una reunión es porque se supone que tienes algo que decir y opinar pero, seamos sinceros, cuantas veces vas a reuniones en las que te preguntas “¿pero yo que hago aquí?” Al menos yo sigo el consejo que me dio un veterano compañero hace muchos muchos años:  “Roberto, tú siempre que te convoquen a una reunión, asiste, no vaya a ser que vayan a hablar mal de ti o que te manden trabajo que no te corresponde”. Y sin embargo, hay gente que hasta en esos contextos tiene que hacerse oír y hacerse notar.

De todas formas, se dice que España es el país de Europa que más horas dedica a reunirse. Debe ser una cosa cultural, vamos, que nos gusta hablar de todos, socializar, intercambiar puntos de vista, discutir y opinar de cosas que no siquiera van con nosotros. Cuantas veces te metes en una reunión para hablar de un tema y acabas hablando de otra cosa totalmente distinta. Así que con tanta reunión, algo deberíamos hacer para que sean provechosas. Hay cosas de manual, como que no sean demasiado largas, que haya una agenda previa, que quien convoca envíe un breve resumen de lo acordado al finalizar, etc. Pero luego hay otras cosas menos obvias quizá, pero tan eficientes o más para que la reunion sea provechosa: utilizar el sentido del humor siempre que sea posible alivia tensiones y hace que la gente se relaje y esté más cómoda, dedicar los primeros cinco minutos a alguna conversación un poco más personal o informal que sirva para “calentar”, practicar la escucha activa, dar la oportunidad de hablar a todo el mundo (que tenga algo que decir)… En fin, que ya que nos reunimos tanto, hagamos que sean reuniones productivas al menos.