“Lo que más echo de menos ahora que teletrabajo desde casa son las risas que me echaba con los compañeros en la oficina”. Esta es una frase bastante común en los últimos meses que denota lo importante que es el buen humor en el trabajo. Aquellas épocas en las que me he sentido más productivo han coincidido siempre con la pertenencia a equipos de trabajo en los que las risas eran algo cotidiano.
Seguro que todos recordamos todavía alguna anécdota ocurrida hace años en nuestro trabajo y que nos hace esbozar una sonrisa, como aquella recopilación que escribimos con las incidencias más locas que recibíamos (y resolvíamos) en el grupo de soporte o la reacción que provocó aquel correo bastante borde en el que un compañero recriminaba la dejadez de otro compañero apellidado “Lago” y que envió realmente a su director general, que tenía el mismo nombre de pila pero con el apellido “Campo”…
El buen humor es realmente un síntoma de que hay confianza en el seno del grupo de trabajo. Si tienes la confianza necesaria con tu compañero para soltarle una broma probablemente la tendrás también para pedirle un favor o comentarle algún punto de mejora. Si el incidente del correo que mencionaba antes se hubiera producido en un grupo tensionado, la bronca probablemente hubiera sido épica. Sin embargo, en aquel momento (pasado el susto inicial) solo acabó provocando risas que aun perduran.
Como siempre, hay una prestigiosa universidad americana que ha hecho un estudio que corrobora casi cualquier idea que tengas. Y efectivamente, la universidad de Standford presentó un estudio que concluye que tener buen humor en el trabajo aumenta la productividad de la plantilla en un 50% y los jefes son un 27% más admirados si tienen sentido del humor. Además, sus empleados están un 15% más comprometidos y los equipos con líderes con sentido del humor tienen más del doble de probabilidades de resolver desafíos creativos. Se demostró que la risa compartida crea un sentimiento de confianza y sirve de catalizador de relaciones más cercanas lo que se traduce en ese incremento de productividad en el seno del equipo.
Lo ideal es que esto del humor fluya de manera espontánea, pero los jefes pueden influir mucho estableciendo una estructura poco jerárquica y un clima distendido. El ego es el enemigo número uno del humor, por eso es imprescindible aprender a reírse de las imperfecciones de uno mismo. Y si alguien debería hacerlo en primer lugar son aquellos que ocupan puestos de responsabilidad porque el humor, aparte de ser contagioso, humaniza y en el caso de los líderes, les hace mostrarse más humanos, creíbles y accesibles.
¿Y qué hago si no soy gracioso? Porque está claro que no todo el mundo ha nacido para protagonizar los monólogos de El Club de la Comedia. No pasa nada. Si en el ambiente reina el humor, cualquier gracieta será bien apreciada por el grupo.
Relacionarte ocho horas al día con compañeros de trabajo y no poder compartir momentos divertidos es síntoma de que algo no funciona. El teletrabajo no es excusa porque nada impide compartir con los compañeros la última anécdota de tus hijos o la noticia graciosa que leíste un rato antes. Debemos llevar más humor al trabajo, mejorando de esta manera el rendimiento del equipo y nuestro bienestar personal. Debemos tomarnos el humor en serio dentro de la oficina porque como decían los Monty Python en la escena final de La Vida de Brian, siempre hay que mirar el lado positivo de la vida