Un 30% de los trabajadores reconoce estar “agotado” desde que el comienzo de la pandemia llevó a muchos de nosotros a trabajar desde casa habitualmente. Nadie echa de menos los atascos de tráfico para ir a la oficina, pero sí ese ratito de desconexión en el coche de camino o de vuelta de la oficina escuchando la radio o los minutos de lectura en el transporte público.

Y es que el trabajar desde casa nos lleva con frecuencia a introducirnos en un carrusel de reuniones continuadas y en unos horarios de trabajo a los que no estábamos acostumbrados. En la antigua normalidad no eran nada frecuente convocar reuniones a última hora de la tarde. Ahora, si total está todo el mundo en casa, pues qué más da, ¿no? Y si uno lo hace, todos le siguen…Pero en realidad no da igual. Las pausas en el trabajo es algo fundamental para mejorar la productividad. Parar unos minutos a lo largo de la jornada laboral no es perder el tiempo, sino ganarlo. Es muy difícil que una persona con una agenda desbordada por reuniones pueda pensar con claridad.

Puedes encontrar muchos tips para aumentar la productividad: que si hacer descansos frecuentes siguiendo la rutina Pomodoro por la que tienes que trabajar 25 minutos y descansar 5, que si planificar bien las tareas del día y los descansos al principio de la jornada, que si no distraerte en los periodos de trabajo… todo salta por los aires cuando de repente te ponen una reunión inesperada justo a continuación de la que ya tenías planificada, durante la cual no deja de iluminarse el iconito del Teams con un chorro de mensajes que te piden “solo un minuto”. Una persona bombardeada por todo tipo de información no puede centrarse en nada y realmente no llegará a hacer nada completamente bien, por muy máquina que sea. Lo más probable es que agote sus fuerzas y acabe sintiéndose quemado e injustamente tratado y por tanto, abandone el trabajo a la primera oportunidad que le surja.

Pero hay que conseguir escapar de la hiperconectividad que te demanda el trabajar desde casa. Leía hace poco sobre el experimento que llevó a cabo Aron Rosenberg, un profesor canadiense que se propuso pasar un año entero son conectarse a internet absolutamente para nada con el objetivo de observar los cambios que se producían en su atención. Se centró en su trabajo como investigador y fue entonces cuando notó el gran cambio. Aumentó su capacidad para concentrarse en leer textos largos, y los artículos que antes le consumía mucha energía mental pasó a comprenderlos a la primera. Concluye que se dio cuenta de que había pasado gran parte de su tiempo de estudiante leyendo de forma superficial como consecuencia de la falta de atención derivada del uso intensivo de las redes sociales, y que tras unas semanas desconectado, se dio cuenta de que descubría conexiones mentales que antes se le escapaban por completo.

Lo de que “no por mucho madrugar amanece más temprano” tiene su correspondencia en el mundo del teletrabajo actual en el “no por mucho trabajar se produce más”. Es más bien al contrario. Todos recargamos pilas en vacaciones, pero al clave es hacer una recarga continua de esas pilas. A veces el día a día te lo pone complicado, pero hay que encontrar la forma de parar, cada uno a su manera dependiendo de su trabajo. O se puede hacer lo de los descansos periódicos, o se puede bloquear un hueco en la agenda para hacer algo de deporte cada día, o se puede alargar un poco la hora de la comida… da igual, lo que a cada uno le venga mejor. Pero recuerda, hay que buscar tiempo para desconectar y aprender a descansar para ser más productivo.