“Una persona es más feliz cuando es capaz de desarrollar su máximo potencial”. Esta certera frase que podría provenir de un gurú de alguna prestigiosa universidad norteamericana es en realidad de Aristóteles, tiene más de 2.000 años y es la definición que el filósofo griego daba de eudaimonia que se traduce como felicidad, bienestar o buena vida. Hoy en día, la enorme cantidad de distracciones que nos rodean cada minuto nos dificulta enormemente el concentrarnos y por tanto, el desarrollar nuestro máximo potencial. Haciendo caso a Aristóteles, la consecuencia final es que no alcanzaremos la eudaimonia, o sea, no seremos felices.
Algunos datos: es estima que dedicamos casi 5 años de nuestra vida a las redes sociales y que desbloqueamos el teléfono móvil más de 150 veces al día para cambiar unas 600 veces de una aplicación a otra. Con todo esto no es de extrañas que en torno al 66% de la población padezca nomofobia, que es el miedo a estar sin el teléfono móvil.
Así que vamos camino de que la capacidad de atención sea una de las habilidades más valoradas y diferenciales en los profesionales del siglo XXI. ¿A quién no le ha pasado que descubre la solución a un problema poco tiempo después de haber dejado ese problema para ponernos con otra cosa? Eso sucede porque nuestro cerebro se deja un residuo de atención en el primer problema y por consiguiente, no somos capaces de centrarnos en el segundo problema. Mientras que para algunos ser una persona multitarea capaz de gestionar muchas cosas es una cualidad muy valorable, en mi opinión es justo lo contrario. Tener demasiados temas entre manos provoca que hagamos muchas tareas a la vez…pero ninguna de ellas bien del todo. ¿Consecuencia? La calidad de nuestro trabajo disminuye.
Por todo esto es tan importante la desconexión digital, entendida no solo como el derecho de los trabajadores a desconectar del trabajo, por medios digitales, una vez concluida la jornada laboral, (así se recoge tal cual en la ley española) sino que también es fundamental el ser capaz de dejar un poco a un lado esa fábrica inagotable de distracciones que es el teléfono móvil durante la propia jornada laboral. Surgen así los minimalistas digitales, personas que buscan un uso racional de los dispositivos y de las redes sociales para nos ser dependientes de ellos y que proponen llevar a cabo una dieta digital, es decir, ir dando pasos para perder poco a poco la dependencia de las redes sociales. Deberíamos medir cuanto tiempo pasamos en las redes sociales y los resultados que obtenemos, para desprendernos de aquello que no nos aporte un verdadero valor.
Así que debemos centrarnos en desarrollar el músculo de la atención. Cada persona es diferente y tiene distintos ladrones de atención así que no creo que haya ninguna receta o consejo concreto que funcione para todos, pero algo tan sencillo como dejar el teléfono móvil boca abajo en un punto de la mesa en el que no puedas alcanzarlo estirando el brazo ya es una ayuda para centrarte en lo que estas haciendo. Soy un firme creyente en lo importante que es la transformación digital y en los beneficios que obtenemos de ella, pero no hay que permitir que nos desborde. Para ser más productivos en nuestro trabajo y también y sobre todo, para llegar a la satisfacción, el bienestar y la felicidad debemos trabajar ese músculo de la atención.